Una lectora pregunta si la tétrica “Rotonda de Mónica” (la del yuyu de la zona norte de Pozuelo) también será agraciada con las 27.000 florecillas que va a poner Quislant en Mayo?

Los lectores de Pozuelo tienen memoria…
Pregunta de lectora:
Respuesta de Sira:
Pues tengo entendido que no le va a tocar ni una sola margarita… Que le den… Esa rotonda está muy lejos…
Yo creo que la alcaldesa Quislant no ha venido por esa zona de Pozuelo desde que era concejala… Aunque creo que la conoce. Creo recordar que se la enseñó el Capitán Possuelo cuando se llevaba bien con él… Luego, no soportó la crítica y ya no ha vuelto más…
Y en efecto, esa es la famosa “Rotonda de Mónica”. Se hizo en tiempo de Paloma Adrados (y sus ansias de ahorro), estando Mónica García Molina de concejala de Medio Ambiente. Y digo ahorro porque se la vendió baratita o se la regaló (porque no sabía qué hacer con ella) el gran Fernando Palao, el tío que mueve la barca en Medioambiente… Aunque, como se han ido tantos, lo mismo también se ha ido… Vaya usted a saber… (Recuerden la teoría de Magide del tigre suelto en el Ayuntamiento que se iba comiendo un trabajador cada dos días)
El caso es que fue escandaloso en su tiempo…
El autor de la inquietante escultura de ‘La rotonda de Mónica’ fue, en efecto, Fernando Palao, Jefe del Área de Medio Ambiente, de la Concejalía del mismo nombre.
Fernando Palao es o era un Ingeniero Técnico Forestal. Un antiguo perito agrícola. Y debía o debe tener inquietudes artísticas. Raras y algo tenebrosas, pero inquietudes artísticas al fin y al cabo. Y eso es muy loable en un técnico. Donde fallaba o falla Palao es en el buen gusto.
Fernando es o era un personaje de la vieja guardia en el Ayuntamiento de Pozuelo. Una persona muy conocida dentro del Consistorio. Algunos dicen que Fernando es conocido y mucho más temido.
Lógicamente, un tipo así también tiene o tenía su leyenda negra. Dicen, inclusive, que es o era de la escuela ‘rubalcaba’, muy amable por delante pero, en cuanto te vuelves, te la clava. No sé. Pero eso era lo que contaban. Y cuentan.
El caso es que la «cosa» ahí está, como bien dice usted, en una de las entradas principales del Gran Pozuelo de Alarcón. Ahí se construyó una rotonda absurda con una escultura al desatino, formada por unas vigas de madera cruzadas (como si de un aparato de tormento del medievo se tratara y te fueran a empalar en él) y una vegetación pobre como la de la España seca. Y todo por el capricho de una concejala para contentar a su jefe de departamento… Todo un canto a lo cutre.
Y que, es cierto señora, además da yuyu a los vecinos…
Pero qué le importa eso a la alcaldesa Quislant si por ahí nunca entra Pablo Casado en Pozuelo…
Sira