El Fantasma de don Agustín pone el dedo en la llaga: El gran problema de Pozuelo es la Movilidad y la borrasca Filomena lo ha puesto de manifiesto porque el Gobierno no se entera

¡Qué fuerte suena el silencio cuando nieva!
Y estos pasados días, lo ha hecho y mucho. Yo diría que hasta demasiado. Tanto, qué la vista que tengo de Pozuelo, desde mi aposento, se asemeja a las imágenes que suelen aparecer en las postales navideñas.
Dicen que todo se ha debido a la irrupción de una borrasca a la que han dado en llamar Filomena. Un nombre que a mí particularmente me hace gracia, porque no deja de parecerme el nombre de uno de esos parientes que todos tenemos. El nombre de una de esas tías lejanas que nos hacían sopas de ajo cuando acudíamos al pueblo de nuestros mayores. La “tía Filo” la llamábamos todos.
Pero la “tía Filo” se ha pasado esta vez. En vez de proporcionarnos unas ricas viandas, se ha puesto a trabajar más de la cuenta y ha terminado por enterrar la villa bajo un denso manto de nieve.
La vida, la vida normal de los vecinos se ha visto alterada hasta límites insospechados. Se había puesto en marcha un plan para hacer frente al temporal, pero, a la vista de los resultados, se ha quedado corto, muy corto. A lo peor, demasiado corto.
Pozuelo es una villa muy peculiar respecto a su estructura. Todo su término municipal está prácticamente habitado. Contiene muchos núcleos distintos y apartados de los centros. Una ciudad en la que la movilidad entre unas zonas y otras es imprescindible. Y eso, en situaciones como la que atravesamos complica, y mucho, las actuaciones que se han de llevar a cabo.
A muchos de los vecinos les resulta muy difícil, sino imposible, salir de sus domicilios. Al confinamiento por la pandemia se viene ahora a añadir el confinamiento por el temporal.
Ha sucedido algo que no suele pasar sino cada muchos años. Por ello, es difícil, muy difícil pensar en ello y estar suficientemente preparado para algo así. Pozuelo, como tantos otros sitios, no lo estaba. Y se ha hecho preciso que el trabajo y el esfuerzo compensen la falta de previsión.
La madre naturaleza suele ser dura y cruel. Lo está demostrando con generosidad estos últimos tiempos. Los humanos se están dando cuenta, por la fuerza de los hechos, que son débiles cuando se enfrentan a los fenómenos naturales. Han ido construyendo un mundo muy sofisticado, pero también muy frágil. Y todo se puede venir abajo, como ahora, por una nevada.
Se va a tardar mucho en conseguir que la villa vuelva a recobrar su “vida cotidiana”. Vamos a tener que convivir con la nieve helada durante largos días. Muchas ramas e incluso árboles han sucumbido al peso de la nieve y han caído sobre la calzada, lo que va a suponer un trabajo añadido al de, ya de por sí complicado, hacer otra vez transitables los caminos.
He oído que esto, que nos ha pasado, no es sino una consecuencia más de lo que se ha dado en llamar cambio climático. Una de tantas anormalidades que, poco a poco, nos van a resultar cada vez más habituales. Por ello, no estaría de más, que todos, y quienes ocupan los puestos públicos los primeros, comenzasen a pensar en disponer de los medios y las estrategias oportunas para poder hacer frente a fenómenos que pudiera ser cada vez más frecuentes.
Porque, visto lo visto, hasta las situaciones más imprevisibles pueden llegar a suceder.
Don Agustín “el Fantasma del Torreón”