El Fantasma de don Agustín hace dos preguntas tontas: ¿Alguien sabe donde están los test que se iban a hacer este Otoño y cuál es el papel del Lazarillo en el difícil tema de Montegancedo?
¡Pues en estas andamos otra vez!
Estado de alarma, confinamientos por áreas de salud, toque de queda. Hay menú a la carta para poder escoger. Los hechos se suceden a un ritmo, que es difícil de seguir.
¿Me lo invento yo, o alguien dijo que en España ya se había vencido al virus?
Lo que sucede es que estos políticos de ahora no saben estar callados ni debajo del agua. No deben haber aprendido eso tan conocido de “que por la boca muere el pez”. Y en esto del control de la peste más todavía.
Claro, que todo puede ser debido a que andan más preocupados por su carrera personal que por los problemas de los vecinos.
Por cierto, ¿alguien de esta Casa sabe donde se esconden los test con los que se pretendía hacer un estudio epidemiológico de los pozueleros?
Es que, pese a mis repetidas pesquisas por los sótanos de esta antigua casa de ejercicios, no los he logrado ver por ningún lado. Debe ser cosa de que son tan etéreos como yo. O que se encuentran a buen recaudo fuera de estas paredes, ¡vaya usted a saber!
El caso es que estaban preparados, según la más alta autoridad municipal, por si en el otoño había un repunte de la pandemia.
¿Es porque se considera que todavía no hay repunte, o que tal vez se guardan para hacerlos en sustitución del reparto del roscón de Reyes?
Yo ya no se qué pensar, porque aquí y ahora, en esta Casa, créanme si les digo, que todo es posible.
Y como eso es así, a nadie que conozca los recovecos políticos de esta Casa, les puede resultar extraño ver al portavoz de Vox en el ayuntamiento haciendo de peón de confianza del maestro, en este caso maestra.
Porque el Plan Parcial de Montegancedo puede no resultar un morlaco de fácil faena, y es mejor que lo reciba otro a la salida de toriles. Alguien que de los pases de tanteo y lo pare un poco. Alguien que aguante el tipo hasta conocer por donde puede derrotar.
Siempre es mejor que a esos primeros embistes, los más peligrosos, no se exponga la “figura”. Por eso es mejor, ha debido pensar ELLA o, tal vez Rasputín, que los primeros pases se los dé “el lazarillo”. En el burladero, no hay ni que decirlo, se está más resguardada y, sin ninguna duda, mucho más protegida.
El caso es que, en esa labor de brega, se le ve con disposición y maneras al mencionado portavoz. Disfruta y se recrea en el encargo. Y lo hace tanto y de tal manera, que pareciese, más que un peón de confianza, un “maletilla” pidiendo una oportunidad.
En cualquier caso, se considera que está haciendo méritos. El problema es que nadie, ni incluso él mismo, sabe para qué, ni con qué objetivo.
Mi larga historia me ha enseñado que, en esto de la política, siempre hay que tener mucha prevención con aquellos que trabajan desaforadamente, pero a los que les falta un poco de sentido común.
Y mientras esto ocurre, a ELLA, en esto de Montegancedo, que seguro que está, de momento no se la espera.
Don Agustín “el Fantasma del Torreón”