Trilogía de artículos del pozuelero Santiago Gómez sobre la historia del deterioro del casco urbano del Centro, al que todo el mundo pretende ayudar y todo el mundo ha olvidado (I)
DAÑO SIN CAUSA: CENTRO URBANO
El Alcalde de cuyo nombre no quiero acordarme, artífice del comienzo del declive y deterioro de la zona centro al desplazar todo el sistema administrativo, propio y ajeno, a sus soñados paraísos y nuevos reinos, quizá por su mala conciencia, por mera cacicada, o simplemente como justificación del cambalache en la adquisición del convento, (nuestro mal aprovechado Ayuntamiento), ya predicaba en su última etapa, la rehabilitación de los cascos urbanos.
Después, otro sustituto en el cargo, procesado y también de nefasto recuerdo, con la misma cantinela pero desconocida intención, toma la iniciativa y, sin nada que lo justifique y en contra de todos los vecinos y comerciantes, con un proyecto innecesario, cuanto menos ilógico y de rara adjudicación, en el incomprensible e interminable tiempo de casi tres años, con la ruina de todo el comercio de la zona, y de casi todas las empresas que intervienen en él, nos convierte en peatonal la Plaza del Padre Vallet, con zona de aparcamiento de explotación privada debajo. Obra sin sentido y segunda y definitiva causa que destruye por completo el eje comercial y de convivencia del Casco Urbano.
Aparcamiento privado y caro, chapuza de mal gusto, mal planificada, nefastamente realizada y rematada, (solado mal puesto y adherido que ha dado más de un disgusto, charcos, goteras en los bajos, insuficiente canalización de agua, deficiente iluminación, cables de energía eléctrica y comunicaciones al aire, …), que hoy seguimos sufriendo todos los vecinos, y de la que nadie parece ser responsable.
En estos momentos, el equipo de gobierno, ha puesto en marcha un plan de gasto o inversiones, (analícelo cada uno a su gusto), con el fin de mejorar una serie de calles en lo que ellos llaman de nuevo, (palabras muy desgastadas), “rehabilitación de los cascos urbanos”, y ya como de paso, vuelven a subrayar y magnificar su apoyo incondicional al comercio dada la mejora, que según ellos, adquiere el mismo con esas obras, que sumado a los, cuanto menos discutibles, 30.000,-€ con que dicen bonifican al maltrecho comerciante del centro, para que obsequiemos con una hora gratis de aparcamiento a nuestros cada vez más escasos clientes, ya se sienten satisfechos y contentos.
Por otro lado, el pasado 27 de febrero el Grupo Municipal Socialista, hizo una moción, (a mi modesto entender, mal asesorada y argumentada, escasa y repetitiva), con el fin de aprobar unas medidas, que impulsen el comercio que fue rechazado por el Pleno Municipal, por lo que ahora, hay que agradecerles a todos sus buenas intenciones, y parece ganado su sueldo, aprecio y admiración hasta que alguien, con la ignorancia habitual, se le ocurra algún otro desastre o pantomima parecida.
Este proceder irresponsable, prepotente e intolerante en el tiempo, demuestra falta de respeto, bajo nivel político y carencia del conocimiento social necesario, motivado por la elemental falta de diálogo con los vecinos y con la gente que se juega su dinero, crédito, prestigio, patrimonio y empleo en un negocio.
Desde un punto de vista social y económico, la zona centro se ha infrautilizado, infravalorado y marginado, gracias a la inconsciencia, caprichos e imprevisión de este Ayuntamiento. En una zona donde por la Ordenanza correspondiente, la población media es la menos numerosa por Ha. debido al bajo volumen de construcción, el deterioro lo sufre por la pérdida de su valor económico cuando deja de ser un foco comercial importante, lastrado por el alejamiento de casi todos los servicios municipales y ajenos, (Policía, Juzgados, Concejalías, Seguridad Social, Notaría, etc.), y por su indebida e injustificada transformación. Esto no se arregla con asfalto, pintura de fachadas y supresión de aceras y aparcamiento.
Quizá, a causa de mi descreimiento político, la impresión que he tenido siempre, es que no les duele lo que tocan, ignoran lo que sucede, el pueblo y su propio trabajo, que solo les preocupa la rutina política diaria con las consignas de poder a la que están sujetos por su partido correspondiente, y que después de gastarse un elevadísimo, siempre renovable e inacabable, presupuesto anual, sacado de nuestro sudor y bolsillo, están pendientes de ver donde ha sonado la flauta. Se olvidan de la velocidad con que se mueve el mundo y de la realidad, de lo que nos jugamos todos los vecinos y especialmente, en el ámbito económico, la pequeña y mediana empresa a la que, por lógica y derecho, se debería escuchar y prestar otro servicio.
Santiago Gómez Lozano