La antelación y un protocolo de higiene estricto libraron del virus a Mirasierra Cercedilla, la residencia de ancianos con cero contagios y donde se prohibió el uso de guantes
Mientras decenas de residencias de la región libran una batalla sin cuartel contra el coronavirus, que ha causado 4.953 muertos en centros de mayores de Madrid -entre confirmados y sospechosos-, en la residencia Mirasierra Cercedilla hay cero contagios, según cuenta El Mundo.
La antelación, un protocolo de higiene estricto, la anulación de ciertas actividades y el confinamiento de parte del personal -seis auxiliares que vivían solas en sus casas se quedan a dormir en el centro durante la pandemia- han sido las claves de que en este centro de mayores donde viven alrededor de 50 ancianos estén todos sanos y salvos.
«Nosotros tomamos medidas antes de las recomendaciones de la Comunidad de Madrid y del estado de alarma. El día uno de marzo la doctora y yo ya nos planteamos que el virus iba a ser tremendo si entraba en las residencias», relata la directora, por lo que decidieron adelantarse al enemigo.
Así, el día seis llamaron a todos los familiares para restringirles las visitas. Fue dos días antes de que la Consejería de Políticas Sociales sólo recomendara que estas fueran «las estrictamente necesarias» en las residencias, no que las prohibiera, algo que para Rocío pudo generar el efecto inverso: «Cuando recomiendas a una familia que no venga, lo normal es que te vengan más».
De forma paralela, redujeron las «visitas de los proveedores» y disminuyeron el personal que no fuera de atención directa, como las terapeutas y recepcionistas, «sin ERTE ni nada», con el objetivo de «reducir los vectores» de contagio.
En cuanto a los protocolos de higiene el centro ya tenía uno muy desarrollado por «el periodo estacional de la gripe», que fue intensificado para luchar contra este virus. Así, los trabajadores que entraban y salían a diario debían venir con guantes y mascarilla, que se quitaban al llegar.
El calzado debía pulverizarse con desinfectante y dejarlo en el gimnasio, mientras la ropa que se traía del exterior se introducía en una bolsa que luego se recogía al acabar la jornada para cambiarse de nuevo.
Entre las particularidades del centro, sigue contando EL MUNDO, estaba además la prohibición de llevar guantes dentro de la residencia, algo que, a priori puede resultar extraño, pero que tiene su explicación. «Como no había ningún contagiado, los hemos prohibido porque psicológicamente crees que vas protegido, cuando en verdad vas tocando todo y atendiendo a la gente y al final es una capa que tiene tu mano y vas llevando la mierda a todos lados». «Así, te obligas a lavarte las manos con frecuencia y vas con mucho más cuidado».