Nadie entiende en Francia la indignidad del Gobierno de España con Cataluña, la Justicia, el Senado, la podemización de TVE o la alteración de la Historia. Un artículo de Paco el de Grenoble

Mis amigos y parientes que viven fuera de España y con los que me he reunido este verano están perplejos.
No entienden la falta de dignidad de un partido socialista, que además se autocalifica como Obrero, cuando le da dinero a las burguesías vasca y sobre todo catalana, no para que creen empleo sino como pago por sus votos en el Congreso.
No entienden la falta de dignidad de ese mismo partido que también se llama Español cuando se hace el despistado ante las actitudes xenófobas, separatistas y racistas de algunos cataluñeros como Puchi el cobarde o su conserje el quintorro Quim Torra.
No entienden la falta de dignidad del gobierno formado por ese partido al permitir que un aflamencado juececillo flamenco examine y dictamine sobre la soberanía jurisdiccional española.
No entienden como ese mismo gobierno reactivando el gen dictatorial de gran parte de la izquierda (la dictadura del proletariado es su ilusión) intente dar un golpe de estado, aunque no lo llame así, anulando la capacidad legislativa del Senado.
No entienden el intento de adoctrinamiento consentido que es la entrega de la TVE a los podemitas, ni el intento de falsificación de la Historia que será el Círculo de la Verdad del que habla el futuro Pirro Sánchez. ¿Estudiará ese círculo hechos revolucionarios anteriores al 18 de julio de 1936 tales como la revolución de 1934, la toma del poder por el Frente Popular tras la falsificación del resultado real de las elecciones de febrero de 1936, los Paracuellos y los bombardeos de Cabra o los confesados propósitos de golpismo por parte de los partidos de la izquierda de entonces?
A mi gente que no vive en España todo ello les parece una muestra de la indignidad institucional (y acaso personal) de los políticos del partido del gobierno y de la estulticia de los partidos de la oposición (sobre todo del PP) que no dicen más que vaguedades y que por no buscar la que ellos llaman confrontación muestran una actitud evangélica recibiendo toda clase de bofetadas en una mejilla e incluso parece que están dispuestos a poner la otra.
Acaso, concluyen mis amigos y parientes, a algunos dirigentes del PSOE aquello de la honra sin barcos les parezca una tontería, puede que estén vendidos y se les pueda aplicar aquello de “quien tiene el ano arrendado no puede defecar a gusto”, puede que su vanidad y guapura prime sobre todo lo demás y su máximo afán sea salir bien en las fotos cual arrogantes estrellas de Hollywood o como el reciente Cóndor de los Andes, puede que su máximo interés esté en disfrutar de la erótica del poder (avión para irse de fiesta, veraneo en Doñana sirviendo como camarero a la Merkel, meriendita en los Quintos de Mora, …) y piensen que lo realmente válido es lo “´échame pan y llámame perro”, es decir: sacar la pasta suficiente para darse la gran vida e incluso -por ejemplo- poderse comprar, como cualquier proletario sin oficio ni beneficio conocidos, un chalecito que cuesta unos miserables cien millones de pesetas.
Mis amigos y parientes del otro lado de los Pirineos no entienden al partido que nos malgobierna y que hoy dice una cosa y mañana la contraria (inmigrantes sí, inmigrantes no; juez Llarena no, juez Llarena sí). Los ultrapirenaicos afirman que los dirigentes de nuestro gobierno no tienen ideas claras (¿cuál es su programa?) sino ocurrencias. Ese vacío doctrinal convierte al gobierno español en algo no apreciable, intrascendente e incluso risible fuera de España. Por ello los españoles cuando salimos de aquí, como yo este verano, y hablamos con gente entendida nos sentimos avergonzados.
Mi gente me aconseja que tenga preparado el pasaporte para poder escapar en cualquier momento no vaya a ser que los socialistas y sus socios podemitas se pongan maduros y nos quiten las libertades e incluso en las próximas elecciones hagan la misma falsificación que en las de febrero de 1936. Dada la mansedumbre de la oposición todo es posible.
Paco el de Grenoble