Es indigno e impropio del Gobierno de Pozuelo de Alarcón no haber instalado una capilla ardiente en el Ayuntamiento para rendir un homenaje de respeto al Concejal fallecido Manuel Allende

Vengo de vacaciones y me encuentro con un gobierno municipal sin cabeza, falto de tacto político, insensible a la muerte de un compañero y enemigo de los protocolos al comprobar el pésimo trato institucional que se le ha dispensado al tristemente fallecido Concejal de Desarrollo, Comercio y Urbanizaciones Don Manuel Allende.
No me deberían sorprender ya estas cosas, pero uno es sensible con todo lo que tiene que ver con la muerte y máxime cuando se trata de una persona que representa a la comunidad que reside en este municipio.
La verdad es que no he visto nunca un trato despreciativo tan palpable hacia un representante político por parte de la autoridad institucional, como el que han dispensado todos los miembros de este gobierno municipal al señor Allende.
Me da por pensar que quizá este comportamiento de nula calidad moral se explique porque Manuel Allende venía de ser, durante los últimos 15 años, un simple asesor de confianza adscrito al grupo municipal del PP y hacía escasamente seis meses que había llegado a tocar la púrpura plenaria tras la dimisión de su amigo Andrés Calvo-Sotelo. Demasiado tiempo de asesor y un suspiro de concejal. Si los purpurados nunca le habían considerado su igual, difícilmente hay que esperar de ellos un comportamiento institucional y moral acorde con su puesto representativo.
Sobre el trato dispensado bastantes cosas ha expuesto ya el Capitán Possuelo en este diario, a saber: la opacidad del gobierno con la evolución del estado de salud de Allende mientras estuvo ingresado en la Clínica Quirón, la vergonzosa nota oficial del fallecimiento, la ausencia de la Alcaldesa Quislant en un momento tan delicado, la omisión de condolencias públicas por parte de sus compañeros de gobierno y de partido, el pacato minuto de silencio al que se prestaron unos pocos del gobierno a las puertas del ayuntamiento…
Y para colmo de todo este comportamiento indigno e impropio de una institución pública como es nuestro Ayuntamiento, el gobierno municipal se ha negado a rendir el respeto debido al edil fallecido negándose a instalar la capilla ardiente con el cuerpo de Manuel Allende (con dos horas hubiera bastado, la familia no podía negarse a ese acto de respeto), antes de ser trasladado a su Bilbao natal.
Allí era donde tenían que haber rendido públicamente homenaje los trece miembros activos del gobierno municipal y los once concejales de la oposición, además de todas las personas que deseaban despedirse de él. Era lo suyo. Allende se merecía ese respeto.
El Soñador