Séptimo y último análisis, entre jurídico y político, de la sentencia del Caso Gürtel en lo que concierne a Pozuelo y Jesús Sepúlveda. Hoy, con especial dedicación a mi jefe, a mi amigo. A un gran alcalde
Fueron años maravillosos. Años en los que la ilusión, el trabajo y las personas nos embriagó a todos los que nos gusta la política. Por supuesto, no todo era perfecto. Había imperfecciones que fueron sacando la patita a medida que avanzaba el tiempo. Pero la mayoría, la inmensa mayoría, estábamos en el barco que pilotaba Jesús Sepúlveda. Sólo con una consigna. Trabajar por los vecinos de Pozuelo.
Esa era su consigna. Y así lo hicimos la mayoría de nosotros. Y él, fundamentalmente, él.
Hubo un gobierno de 16 concejales en el año 2003. Con muchos proyectos y muchas ganas de mejorar nuestra ciudad y la vida de nuestros vecinos. Organizar un Ayuntamiento y modernizarlo. Respetar a los funcionarios. Respetar las funciones que cada uno tenía y le correspondían por ley.
Quizá Jesús ambicionó una ciudad con calidad de vida. De referencia. Aparcó el pasado de Pozuelo, bajo llave. “Estamos para mirar hacia delante”, nos decía. Aprovechamos todo lo bueno y aprendimos de los errores anteriores.
Los vecinos. La calle. Resolver problemas. Esa era la política de Jesús Sepúlveda. Poner a Pozuelo en lo más alto. Él siempre decía que Pozuelo no solo era el Pozuelo de los ricos. Había muchos pozuelos. Y teníamos que trabajar porque todos sintieran orgullo de vivir en Pozuelo.
Cirilo Palomo, Roberto Martín Holgado. Calles del pueblo. La estación. Rincones abandonados. Más de 100 actuaciones públicas para mejorar Pozuelo. Acuerdos con la Universidad. Apoyo a las familias numerosas. Al deporte. Más seguridad. Modernización. Ahorro.
Así fue el gobierno del PP de Pozuelo que presidió Jesús Sepúlveda. Un alcalde que salía a la calle todos los días. Desayunaba con cualquier vecino que se encontrase. Hablaba con todos los trabajadores municipales. Nos llamaba a los concejales si recibía una sola queja de un vecino. Siempre buscando resolver problemas. Y siempre dando la cara por todos los vecinos.
Fue un Alcalde que abrió a la oposición política (PSOE) su despacho, la posibilidad de formar parte de las mesas de contratación, la información de los expedientes administrativos. La posibilidad de proponer y enmendar los Reglamentos del Pleno y de Organización del Ayuntamiento, a pesar de tener ya 19 de los 25 concejales.
Recuerdo que en el año 2007, pasamos de 16 a 19 concejales de 25.
Hombre de pocas palabras. Más de sonrisa y gestos, que de palabras y elocuencias.
Sepúlveda no era un hombre amigo de sus concejales. No lo era. Tampoco buscaba amistades dentro del Ayuntamiento. Sabía que le fallarían, si llegaba el momento. Y yo lo sé, porque fui su amiga. Y lo seguiré siendo.
Dos decisiones sepultaron a Sepúlveda. Sin ninguna duda.
La primera. Confiar en personas que no se lo merecían. Entre otras, Roberto Fernández. Pero no puedo culparle de algo en lo que nos equivocamos muchos. Yo, al principio, también. Confiar en ese personaje que se vendía tan bien. Yo sólo era una más. Pero él era nuestro Alcalde. Y está pagando un precio altísimo por ello.
Y la segunda cuestión en la que se equivocó, desde mi humilde punto de vista, fue su deriva personal. Yo no voy a decir ni media palabra de este asunto. Pero los vecinos deben saber la verdad. Creo que fue su gran error. Y todos saben a qué y a quién me refiero. Y por respeto a él y a sus hijos, no diré ni media palabra más. Los que sabemos qué pasó, saben a qué me refiero. Y con esto es suficiente.
Sólo quiero añadir que Jesús Sepúlveda se buscó enemigos gracias a esa tercera persona que entró en su vida. Luego “esa misma persona” le ha negado vilmente. Un gran error sin duda.
Pero así es la vida. Unas veces acertamos y otras nos equivocamos.
Jesús gobernó Pozuelo, como yo lo viví. Desde la ilusión y las ganas de hacer de Pozuelo. Un Pozuelo mejor. Pensando en los vecinos, en sus vidas. En la prosperidad de las familias. Y en mejorar la calidad de vida de todos.
Jesús es “buena gente”. Por eso muchos le seguimos apreciando. Al margen de lo que dicen de él. Lo curioso es que hablan de él aquellos que no le conocen y los que fueron traidores.
Y quiero resaltar que Sepúlveda y su familia, la de verdad, lo han pasado realmente mal. Lo siguen pasando mal. Y ya nada ni nadie les compensará el daño que han sufrido y sufren.
A sus hijos quiero decirles algo que estoy segura no necesitan que se lo diga yo. Vuestro padre es un buena persona. Y no leáis ni escuchéis a aquellos que solo le quieren hacer daño. Mirarle a él y sonreírle. Lo necesita. Y vuestro abrazo calmará todo su dolor. Para mi fue un honor trabajar a su lado.
A Ana Mato, ex mujer de Jesús. Pero la mujer de su vida, quiero decirle que no me parece justo lo que han hecho con ella. No, señores. No han sido justo.
¿Por qué en los EREs de Andalucía no están sentados las mujeres de aquellos que se lo han llevado crudo? Casi mil millones de euros. Es una auténtica vergüenza. Pero, es más, ¿qué ha hecho Ana Mato? Decidme. ¿Qué ha hecho?
Para justificar la campaña contra ella, hoy, es responsable civil a titulo lucrativo de casi 30.000€. Sin conocer los presuntos delitos, ni saber nada de nada.
Como vecina de Pozuelo me indigna que se haya utilizado a nuestro municipio para justificar lo injustificable. Penas desproporcionadas que ni a un violador o asesino en serie, castigarían jamás. Como vecina de Pozuelo, me cabrea que no se haya contado la verdad de lo que pasó. Y solo haya servido para tener una excusa y cargarse a un gobierno legítimo.
Como ex concejal me indignan y repugnan las medias verdades y las mentiras reiteradas en una sentencia a costa de muchas personas de bien. Me indigna y repugna la actitud de ex compañeros y compañeros (por llamarlos de alguna manera) que sin pudor alguno y conociendo la verdad, se han unido a aquellos que vomitan el nombre de Jesús Sepúlveda. Eso si, después de haberse aprovechado de él. Digamos las cosas claras.
Como afiliada del PP me siento asqueada con la corrupción. Y si afecta a mi partido, muchísimo más. Muchísimo más. Y exijo que los corruptos paguen y devuelvan todo lo robado. Pero también exijo responsabilidades a aquellos que se equivocan con decisiones judiciales injustas o que no se ajustan a la realidad.
Hay corruptelas que no están tipificadas en el Código Penal. Inmoralidades y mentiras que no tienen penas de cárcel. Pero que nos provocan desasosiego a todos los que las conocemos.
Pozuelo de Alarcón se merece algo mejor. Y tenemos el potencial para conseguirlo. Y podemos conseguirlo. Ahora toca contar la verdad.
Y en eso estamos, amigos.
Mil gracias por seguir mis reflexiones en torno a la sentencia de Gürtel.
Yolanda Estrada