La sentencia del caso Gurtel deja, presuntamente, demasiadas preguntas y contradicciones respecto a Rajoy y Sepúlveda entre los ciudadanos de a pie. Un artículo de Domingo Domené

Es evidente que salvo los abogados nadie se va a leer el rollazo de los más de mil quinientos folios de la sentencia del caso Gurtel. El común de la gente, los hombres de a pie, nos conformamos con lo que cuentan los periódicos. Pero lo que dicen éstos sobre tal sentencia me desconcierta.
Siempre he creído que el bien más preciado del hombre es la libertad. (Sin entrar en filosofías entiendo por libertad el poder para hacer lo que te dé la gana sin molestar a los demás). Por lo que dicen los periódicos tengo la sensación de que los jueces se han visto influenciados para dictar sentencia por las presiones ideológicas de algunos medios de comunicación y hasta puede que de algunas asociaciones profesionales de la magistratura.
Es decir: aunque no se pueda afirmar, se tiene la sensación de que los jueces del caso Gurtel han aplicado la justicia conforme a la ley, sí, pero muy condicionados por el miedo al que dirán. ¿Libres?
En la sentencia se dice que la declaración que hizo Rajoy no es verosímil. Según el diccionario de la RAE verosímil es lo “que tiene apariencia de verdadero” o lo que “es creíble por no ofrecer carácter alguno de falsedad”. Traducido al lenguaje común: según los jueces lo que dijo Rajoy parece falso. Lo que suele decir Rajoy a mí tampoco me parece verosímil.
Pero, el que alguien sin importancia como yo piense así es indiferente, mas el que los jueces valoren las apariencias y no la realidad es desconcertante porque, según mi humilde criterio, los jueces deben valorar las declaraciones de los testigos según su veracidad o lo que es lo mismo la realidad o adecuación de las declaraciones a los hechos encausados, pero no deben valorar la verosimilitud -sinónimo de apariencia- de tales declaraciones.
Si los jueces estuvieran convencidos de que Rajoy mintió debieran procesarlo por falso testimonio, pero si les falta ese convencimiento lo mejor, más ecuánime e incluso racional es estar calladitos, no hacer juicios de valor sobre hipótesis. Los jueces deben valorar la realidad no las novelerías.
La fecha de la publicación de la sentencia y la inmediata moción de censura puesta contra el presidente del gobierno también me dejan perplejo.
Una moción de censura no se puede improvisar, hay que prepararla adecuadamente. Sin embargo, el baranda del PSOE la presentó en solitario a las pocas horas de darse a conocer. Es imposible que en tan poco espacio de tiempo hubiera podido leerla.
Preguntas impertinentes: ¿es que la conocía antes de ser publicada? ¿habrá preparado bien tal moción el mencionado baranda?
Me da la impresión de que no y me tapo la nariz.
(Al margen del resultado de tal moción sospecho que lo más adecuado para el Reino de España es que después de ella Rajoy marche al Registro de la Propiedad de Santa Pola y que Pedro Sánchez después de su victoriosa derrota -¿cuántas lleva ya?- cambie de nombre, pase a llamarse Pirro Sánchez y se dedique a jugar a la lotería. Peor que en política no le va a ir).
También es sorprendente la petición de entrada en prisión de algunos encausados o la fianza que se les pide para quedar en libertad provisional por el peligro de que esos presuntos delincuentes se escapen. A mi amigo Jesús Sepúlveda se le ha puesto una alta fianza. Como no la puede pagar: ingresó en la cárcel.
Me pregunto:
Si los jueces lo saben todo o lo pueden saber ¿no han podido comprobar que Sepúlveda está a dos velas, que vive a expensas de la familia y que como le sigan apurando tendrá que ponerse a mendigar en la puerta de la iglesia?
¿Esa decisión de encarcelar a Sepúlveda porque no tiene un euro es realmente un acto justo o una muestra de menosprecio hacia un condenado que casi está en la indigencia?
Y me sigo preguntando: si los encarcelados para que no se escapen han tenido más de nueve años para irse a la Cochinchina, e incluso a la Luna, y no lo han hecho ¿cabe pensar que van a hacerlo ahora?
Me pega que esa posible huida es más propia de los políticos cataluñeros (el que vive de los camiones es camionero, el que vive de Cataluña es cataluñero) que tienen bien llena la cartera y que se han ido a Bélgica porque saben que allí los jueces se ponen flamencos y les dan cortes de mangas a sus colegas españoles.
Los encarcelamientos de los gurtelianos acaso no sean una pasada, pero lo parecen.
Como es una pasada que se condene a la esposa de algunos encausados por haber comido de lo aportado por sus esposos. Cómo creo que eso pasa en todos los matrimonios bien avenidos la decisión judicial me desconcierta.
A mi nivel, a nivel de la calle, es tanto como considerar a las mujeres cómplices de sus maridos. Si así fuera, tengo la impresión de que en la cárcel debieran estar la mayor parte de las esposas de los presos. Y si condenan a la cárcel al esposo y a la esposa a la vez y por el mismo motivo ¿dejarán que vivan juntos en la misma celda o su condena supondrá también un divorcio de hecho?
No tengo la menor duda de que los jueces han aplicado la justicia con rectitud de intenciones y conforme a la ley. Pero, si la justicia es dar a cada uno, de forma racional, lo que le corresponde la sentencia sobre el caso Gurtel no digo que sea irracional, pero tiene los aspectos indicados anteriormente que lo parecen.
Domingo Domené