“I Can’t Get No”(Satisfaction): No me satisface lo que veo, leo y escucho en Pozuelo y quiero contar viejas historias sobre la familia Ruiz Escudero. Un artículo de El viejo rockero. J.P. (video)
Cuando escucho noticias políticas, como la del nombramiento de Enrique Ruiz Escudero como Consejero de Sanidad de Madrid. Otra vez. Me viene a la cabeza la eterna y fantástica canción “Satisfaction”. Ay, ¡mis Rolling Stone! Aún no he sido capaz de encontrar la camiseta que mi esposa guardó para que no me la volviera a poner nunca más. La pobre es que no entendía de moda.
Cuántas veces he escuchado, bailado y cantado esa “Satisfaction”, también conocida como “I Can’t Get No”.
Ya os he contado que no tengo ni “papa” de inglés. Mis hijos, si. Y mis nietos son, ¿cómo se dice? Bilingües.
Y a pesar de no saber nada ni entender. Esa canción la entendía perfectamente. Respondía a que las cosas no le satisfacían lo suficiente. A Mick Jagger, al grupo, al mundo y a los jóvenes de entonces. Y acertaba.
Esa rebeldía propia de la juventud y que muchos mantuvimos intacta hasta que ella faltó. Mi compañera, amante y amiga. Esposa y madre. Ese día. Cuando me miró y cerró los ojos. Pensé que con ella se iba toda mi rebeldía.
Pero, me equivoqué. La política local y el pasado. Ha hecho de mi un viejo rebelde. Demasiado rebelde. Y me puse, en mi tocadiscos, mi viejo vinilo de “Satisfaction”.
Pues eso. No me satisface lo que veo, leo y escucho. Y por eso escribo.
Os fui adentrando en las tripas pasadas de esta familia liderada por el señor Carlos Ruiz Soto y con una señora a su lado, que le animaba a sus “actuaciones políticas”. Ay, Keti! Era tanto el ánimo y la sed de venganza que cuentan “los viejos (más que yo) del lugar” que se la juró en vida a Don José Martín Crespo y a Don Manuel Fraga.
¡Qué pena que ninguno de ellos esté con nosotros para contarlo!
Pero, a trancas y barrancas, quedamos unos pocos. Y la mala suerte para ellos es que, quedo yo. Y mi “Satisfaction” a todo volumen.
Ya se va caldeando el ambiente. Que parece que llueve ahí fuera.
La familia Ruiz Escudero son un caso de investigación “política de máster”. No nos asustemos.
La semana pasada creo que me quedé en el año 1986, y si no es así, perdonadme. A veces los números me fallan. Son muchos años. Pero las historias no me falla ni una. Porque esas historias estaban guardadas en un saco bien cerrado.
Hablando de sacos. Subí a la buhardilla y abrí algunas cajas de aquellos años. Aquellos maravillosos años. Cuántos recuerdos. Cuántas andanzas. Y cuántas ilusiones.
Fue casi a finales de 1986, septiembre creo recordar, cuando el padre de Enrique y Almudena Ruiz Escudero, decidió traicionar a AP desde la cobardía más absoluta.
No dimitió, pese a ser reprobado por casi el 95% de los miembros de la Junta Directiva Regional de AP. Marchó con un portazo y amenazas.
Pero tampoco renunció a su acta de diputado. Eso era demasiado. Así que, conocedor del expediente disciplinario que se le había abierto y su posible propuesta de expulsión, él y su acta se marcharon al Grupo Mixto.
¡Viva la valentía y el coraje!
Nos dejó a todos con la boca abierta. Sobre todo a mí. Si, a mí. Porque el señor Ruiz Soto es como su hijo: Muy educado, en apariencia. Adulador, en exceso. Y muchísimo más inteligente que sus hijos, sin duda alguna. Inteligente y preparado. Pero la prepotencia y la soberbia pudieron con él. Eso y la traición. El ego. Su egocentrismo.
Podría haber llegado lejos, si sus principios hubieran sido mejores. Madera tenía. Le faltaban valores. Y, desgraciadamente, sus hijos han heredado solo lo malo.
Enrique parece que “aparentemente” es majete el chico. Pero ¡cuidado! tiene mucho peligro. No lo olvidéis. Se ha educado “políticamente” a la sombra de su padre y le acompañaba a visitas nada recomendables a algún bar que otro del pueblo muy conocido.
¿A qué sí? ¿A qué sabéis esta historia? Pero seguiré la semana que viene. ¡La espalda me mata!
Sorpresas de la vida.
El viejo rockero. J.P.