Quiero ser recordado como un gran futbolista y una gran persona.  Es una de las frases con las que Andrés Iniesta, rodeado de su familia, se despedía del futbol español en una rueda de prensa que concitó a 40 televisiones y más de 100 informadores de todo el mundo.

El héroe de Sudáfrica, el “Iniesta de mi vida” que marcó el gol que dio a España su primer y único mundial de fútbol se despedía con lágrimas en los ojos. Gol que debería haber adornado su palmarés con el Balón de Oro de 2010 que otorga la revista France Football. No fue así y ahora la revista deportiva francesa le pide perdón. “A buenas horas mangas verdes”.

También nos deja su lección magistral de doctorado futbolístico en la final de la Copa del Rey jugada en el Wanda Metropolitano hace unos días. Se echó el equipo a la espalda moviéndolo con su futbol directo y creativo, de pase el hueco y hasta marcando un gol.

Su primer gol en una final jugada con el Barça y un balance de 32 trofeos en su haber: un mundial y dos eurocopas con la selección, cuatro champions, ligas, copas del Rey… así hasta 32.

Iniesta es todo un referente para el futbol español. Con 12 años, hace 22, entró en la Masía. Lágrimas costó adaptarse a Andresito, el muchacho de flequillo travieso. Allí le dejaron sus padres y éste viernes pasado estaban con él en su despedida, y su mujer y sus tres hijos.

Andrés Iniesta es único pero todo tiene su fin. No ha dicho nada de su futuro, pero está en China por una poderosa razón, la irrechazable oferta económica de 35 millones de euros por cada una de las tres temporadas que le ofrecen, casi el doble de lo que gana en el Barça. Y proyección empresarial para Bodegas Iniesta, que supone un montante de 180 millones de euros en tres años.

Es la cruda realidad, pero a muchos nos hubiera gustado verle transmitir su sabiduría futbolística a los jóvenes de la Masía barcelonista. Te has despedido dando las gracias. Nosotros te las damos a ti. Gracias por existir Andrés… Que te vaya bonito.

Juan Antonio Rosa