El medioambiente en Pozuelo Estación es una auténtica pena. Al desastre de barreras arquitectónicas, ruidos y demás, se une una chimenea que nos llena de humos y olores
Resulta cansino ver a nuestras fuerzas municipales presumiendo de respeto al aire, de salvaguarda de zonas verde y vecinos, cuando la fuerza de los hechos, constantemente, muestra lo contrario.
Están tan acostumbrados a que nadie les diga nada y hacer cuanto quieren, que tras incluir a Pozuelo Estación como zona de alta y especial contaminación acústica, alguien se lo habrá dicho, porque salvo cuando alguno de los concejales que acompañan la Cabalgata de Reyes, dudo que ninguno del gobierno consistorial sepa dónde ubicar, mapa en mano, la localización de tal casco histórico…
Como quiera que el ruido es alto, los vecinos dispersos y de paso, y, regularmente, poco avenidos. Con acompañar en las fiestas del Carmen (lo que queda de ellas) y apoyar a peñas y charangas… se dan por cumplidas las demandas lugareñas y vengan días y traigan ollas. ¡A quién le importan los decibelios, cuando la gente quiere marcha!
Por supuesto, cuando no se ataca lo evidente (tren, autobús, tráfico, movimiento masivo de personas en horas punta; carreras, bocinazos y dobles filas…) ¿quién va a protestar por las nubes de grasa y aceite?.
Tengo unos vecinos, algunos ya idos, que hartos de desayunar todos los días bombas contaminantes de aceite y grasa recocido, expulsados por la chimenea que acompaña el artículo, ya no saben a quién recurrir, porque un café con churros gusta de vez en cuando, pero que se introduzca en tu casa ese mejunje todos los días desde la madrugada, horadando olfatos, cortinas y paredes… no hay cristiano que lo resista. Ni vecino que pueda soportarlo…, diariamente.
No se quejan de los coches aparcados en la curva de Ctra. de Húmera, ni de las motos que inundan la acera frente a la inmobiliaria, tampoco de los coches que ocupan los vados -mientras entran y salen los clientes del café o del súper- ni del suelo imposible de suciedad de la acera, resbalones incluidos, solamente quieren entender cómo puede ser admisible comer, todos los días del año, estas nubes llenas de grasa que nos envuelven y que degradan, aún, más la zona.
Hace tiempo, el mismo negocio, se expandió al centro, al lado del Padre Vallet… ¿cuánto duró y por qué tuvo que dejarlo? Muy buena pregunta a nuestros insignes concejales, pero ya se sabe: todos somos iguales, ante el Ayuntamiento, bien entendido que unos mucho más iguales que otros y, para muestra un botón…
¿Se acuerdan de aquel restaurante de comida rápida que se iba a ubicar frente al 112, colindante, con “Somosaguas”?
Fue visto y no visto, manifestaciones sin autorizar, reuniones de urgencia, movimientos sin igual… ¿cómo se iba a poder deteriorar tal zona…? Y por supuesto cedió la multinacional, porque, imagino yo, hay más sitios y otras oportunidades llegarán. Estoy seguro que el CV de los pozueleros allí ubicados y residentes, para nada tuvo que ver… las malas lenguas, querida Tejero. Fíjese que dicen que no hubo referéndum en Cataluña!
Pues bueno, querida Quislant, pásese por la Estación (ya sé que la tendrán que traer, en coche verde) ubíquese frente a la chimenea expendedora de restos de aceite mezclados con masa, inhale el olor penetrante y contaminante y pregúntese el porqué de que siga castigándonos a los vecinos, sin que su Ayuntamiento haga nada y procure solución medioambiental, Vds, tan arraigados a lo verde.
Es lo que tiene el medio ambiente, presume Bertín de nuestros parques y alcaldesa, él que no vive aquí, mientras los que sí lo hacemos y pagamos su sueldo, sufrimos grasas, suciedad y a tan ilustre dignataria… por Asamblea.
A. Nogueiro