Ojito con ARPO, en Pozuelo: La Leishmaniasis ya no es solo cosa de perros sino también de liebres y conejos como se ha demostrado en Fuenlabrada. Un artículo del doctor Juan José Granizo

Dos mil diez fue el año que cambió la epidemiología de la Leishmaniasis.
Hasta ese momento, era una enfermedad de zonas rurales con esporádicos casos urbanos que se relacionaban con perros infectados. Los casos graves se limitaban a pacientes con alteraciones de la inmunidad.
Pero ese año se empezaron a detectar numerosos casos de leishmaniasis graves, en personas previamente sanas limitados a una zona tan intensamente urbanizada como Fuenlabrada .
Casi seiscientos casos en cuatro años. Algo estaba pasando….
Pero empecemos por el principio: La Leishmaniasis es una enfermedad infecciosa producida por un organismo microscópico, un protozoo, llamado Leishmania en honor a Leishman, uno de sus descubridores.
Es una enfermedad endémica en casi cien países, fundamentalmente de América del sur, Africa y Asia. En España es hipoendémica, es decir, tenemos casos todos los años, pero su incidencia, hasta el brote de Fuenlabrada, era muy baja…aunque la mitad de los casos que se detectan otros países de en Europa, han adquirido la enfermedad en nuestro país.
En nuestro medio, el protozoo vive fundamentalmente en perros a los que infecta y se transmite a humanos por la picadura de mosquitos del género flebotomo, un mosquito muy extendido por toda España. Las hembras de este mosquito pueden chupar sangre de varios animales e inoculan el parásito si antes se han alimentado de un animal enfermo.
Cuando se detectaban casos en humanos, sobre todo en brotes, previamente hay un aumento de casos en perros.
En el punto de la picadura puede aparecer una lesión crónica, que se ulcera y que tiende a la autocuración. Es la forma cutánea de la leishmaniasis, que es una enfermedad leve y de fácil diagnóstico.
En unos pocos casos, el protozoo se disemina por la sangre, infectando bazo y médula ósea. Entonces hablamos de la leishmaniasis viceral, que es un cuadro mucho más grave, que requiere de un diagnóstico y tratamiento complejo.
En personas inmunodeprimidas es una enfermedad muy seria que sin tratamiento compromete la vida del paciente.
En España, los pocos casos de Leishmaniasis visceral que se detectaban se limitaban a pacientes varones muy ancianos, sujetos inmunodeprimidos y portadores de VIH.
Las cosas han sido así, hasta el brote de 2010 en que la enfermedad cambió. Y ese brote ocurrió a unos pocos kilómetros de casa: en Fuenlabrada.
Lo primero que nos desconcertó de ese brote es que no se detectó un aumento de casos en perros, por lo que el reservorio debía ser otro animal.
Al norte de Fuenlabrada había zonas de cultivo abandonadas que se habían convertido en escombreras. Hace unos años se realizó un gran intervención para recuperar esos espacios haciendo extensos parques públicos.
En ellos proliferaron liebres y conejos con total libertad, ya que no tenían depredadores naturales y las condiciones de alimentación eran óptimas.
Y en estos inofensivos animales fue donde las leishmanias encontraron un nuevo reservorio.
Segundo cambio: A diferencia de lo que pasaba en perros, que sufren la enfermedad, las liebres y conejos infectados no tienen síntomas graves. La enfermedad no les afecta.
Y tercer cambio: en humanos la leishmania fue inusualmente agresiva afectando a pacientes previamente sanos y sin los factores de riesgo descritos.
Las medidas tomadas por la Comunidad de Madrid, limitando las poblaciones de libres y conejos, manteniendo la vigilancia sobre los perros que hasta ahora eran el reservorio habitual de la Leishmania y manteniendo bajo mínimos a los mosquitos han conseguido controlar el brote.
Pero la amenaza sigue ahí y erradicarla será muy difícil.
Juan J. Granizo, Doctor en Medicina, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública