La dimisión de Félix Alba deja a la alcaldesa Quislant sin la “auctoritas” romana que le haga de contrapeso a su “potestas” y eso, con casi dos años por delante, no puede terminar bien
Dicen los que saben que, en la Roma clásica, existían tres maneras distintas de interpretar el poder: el “imperium”, la “potestas” y la “auctoritas”
El “imperium” era un poder absoluto propio de quienes tenían capacidad de mando, se trataba fundamentalmente, de los cónsules y los procónsules. Luego estaba la “potestas” que era el poder político capaz de imponer decisiones mediante la coacción y la fuerza. Y, por último, existía la “auctoritas” que era un poder moral, basado en el reconocimiento o prestigio de una persona.
Y es de esa “auctoritas” de la que quiero hablar aquí ya que, a mi entender, Félix Alba la mantenía en el Gobierno de Pozuelo y creo que la sigue manteniendo por su forma de actuar en la vida civil.
Y aunque en la “auctoritas” y la “potestas”, descansa el equilibrio político, en el Gobierno de Pozuelo, desde hace algunos años, siempre ha prevalecido la “potestas”. Paloma Adrados antes y ahora Susana Pérez Quislant solo han tenido poder político capaz de imponer decisiones mediante la coacción y la fuerza. Tanto a una como a otra no había más que verlas dirigir los Plenos del Ayuntamiento o escuchar a sus colaboradores en general contar como actuaban en privado. Ellas no convencían, ellas imponían criterios. Nunca tuvieron “auctoritas”. Ninguna de las dos tuvo poder moral, basado en el reconocimiento o el prestigio. Es cierto que tuvieron algunas diferencias en sus respectivas puestas en escena, basadas en el aprendizaje político previo, pero no muchas. A Susana se le ha notado más esa falta de ilustración. No hay más que ver la cantidad de colaboradores que en dos años han huido de su lado.
Dicho esto, uno de los pivotes en los que descansaba el escaso equilibrio político que necesitaban los Gobiernos de ambas era en Félix Alba.
Félix apenas mandaba con Paloma Adrados. Era concejal de Sanidad, pero todos los concejales reconocían su autoridad moral y su influencia sobre una parte muy importante del electorado y eso repercutía en el Gobierno. Una vez, yo le llegué a llamar “El Cardenal”, rememorando aquella leyenda del Cardenal Cisneros cuando dijo “estos son mis poderes”. De hecho, Adrados le hizo portavoz del Gobierno en el Pleno del Ayuntamiento a los dos años de legislatura. Lo necesitaba.
Félix fue el hombre que, durante dos años, se peleó con la Oposición desde una humilde concejalía de Sanidad, que no tenía competencias. Y era duro de roer. Y el Grupo Municipal Popular le respetaba.
En esta legislatura, Quislant le siguió manteniendo de portavoz, con todo lo que ello significaba, y le dio la coordinación del Gobierno. La alcaldesa sabía lo que hacía. Tanto es así que, Félix, desde su posición de “auctoritas”, compensó la “potestas” enfermiza de Susana que, en muchos casos, le llevaba a ejercer el poder a las bravas.
Alba dio muchas veces la cara por la alcaldesa. Y en temas durísimos cuando no caprichosos de Quislant, como fue la reforma del ROP, por poner solo un ejemplo.
La alcaldesa, en cambio, nunca dio la cara políticamente. Posiblemente, insisto, a causa de su falta de preparación política.
Pero un día, como decía la copla, a Quislant le dijeron que no. Desde Madrid. Se lo venían diciendo pero no hacía caso. Pero un día le dijeron que no con rotundidad y, a partir de ese momento, la alcaldesa empezó a buscar traidores. Y pensó que Alba era uno de ellos. El cabecilla. Y empezó a humillarle. Y a complicarle la vida. Y a ningunearle. Y tras una serie de vicisitudes que ya he contado en esta columna, a Félix no le quedó más remedio que dimitir. Y dimitió.
Y Susana creyó que había ganado. Ni siquiera pensó que su poder se quedaba sin la autoridad moral de Alba. Se le ha ido el contrapeso político y eso le pesará.
Eduardo Oria, que ha sido elegido su sustituto, es uno más. Un concejal forastero, afiliado en Madrid y que vive en Villalba. Uno concejal sin “auctoritas”. Solo sabe decir sí… Como en la otra copla. Nadie le respeta ni en la villa ni en el Grupo Municipal. Y el Gobierno terminará como el rosario de la aurora. Cuando solo se ejerce la “potestas”, se camina directamente hacia el “imperium”. Y eso es muy malo en política.
No lo digo yo, es un clásico.
El Capitán Possuelo