Félix Alba dimite porque Enrique R. Escudero le deja tirado ante Susana P. Quislant y el ya ex concejal esperaba otra cosa del político al que ayudó a ser Presidente del PP de Pozuelo

Las preguntas que se hacen, en general, los vecinos de Pozuelo desde ayer son:
¿Por qué ha dimitido Félix Alba y, encima, ha entregado el acta de concejal?
¿Qué ha pasado para que el hombre tranquilo del Gobierno de Quislant presente su dimisión si él, a lo largo de toda su vida pública, ha aguantado carros y carretas?
Y lo que ha pasado, según me cuentan, ha sido muy sencillo:
Quislant quería, desde hace tiempo, quitarse a Félix de en medio porque le consideraba un traidor, pero no se atrevía a hacerlo hasta hablar con Enrique Ruiz Escudero. Susana no puede ningunear al ‘elegido’ porque se juega mucho. Lo hemos contado en El Correo de Pozuelo por activa y por pasiva…
Y, por fin, habló con él. Y le contó de qué iba la cosa. Y recibió el visto bueno ya que a Enrique este grupo de concejales le da igual. El ya tiene, in mente, su equipo. En cualquier caso, es bastante crédulo y se cree casi todo lo que le dice Susana.
Y con el visto bueno de Enrique, Susana convocó a todos los concejales a una reunión y le pidió al propio Enrique que estuviera presente para que fuese testigo de las verdades del barquero que ella les diría…
Félix, por su parte, estaba muy quemado por las humillaciones que le había inferido la alcaldesa en los últimos meses. Algunas sangrantes. Pero, aunque pensó muchas veces dimitir, no se atrevía a hacerlo. El PP de Pozuelo ha sido su vida. Y mantenía la esperanza de que Enrique le escuchase. Y en esa reunión sería la ocasión.
Y se reunieron. Pero Enrique hizo de estatua de sal o de convidado de piedra (no han sabido explicármelo bien) en ella. Allí la que habló fue Susana. Y Susana, crecida y en presencia de Enrique, los ninguneó, en su línea, y dijo que iba a haber cambios. Dijo más cosas, por ejemplo, que ninguno de los presentes iba a ir en las listas del 2019. Alucinante. Lo dijo. Todo un gesto político de primer orden ya que quedan casi dos años de legislatura.
Y Enrique callado. Y los concejales perplejos. Ninguno sabía a qué venía aquello. Y sin saber de qué iba se fueron. Y en silencio. Como en un cuartel en tiempo de retreta.
Félix Alba, que esperaba un gesto de Enrique, toda vez que le había regalado la presidencia de la Agrupación pepera con la retirada de su candidatura, se dio cuenta de que lo dejaba tirado. Que con su silencio, apoyaba, implícitamente, a Susana y que estaba muerto. Estás muerto, Félix.
La pregunta del millón es: ¿Enrique dejó caer a Félix o se acoquinó ante Susana y no tuvo más remedio? Puf. Estoy más por lo segundo. Enrique, precisamente, no es Eloy Gonzalo.
El caso es que los concejales del Gobierno de Pozuelo salieron de la reunión más confusos que aquel Dinio en una noche de discoteca.
Y Félix entendió que no tenía sentido seguir ya que ni siquiera el que le debía la presidencia de la Agrupación del PP en Pozuelo era un hombre agradecido. No pedía más que unas palabras de apoyo ante las humillaciones vividas o una mirada cómplice. Pero Enrique Ruiz Escudero no le dio ni la hora. El es así…
Y colorín, colorado… Esta es la historia, más o menos, de la dimisión del sostén (dicho sea sin segunda intención) de Susana Pérez Quislant durante la primera mitad de la legislatura.
Lo que venga a partir de ahora, lo seguiremos contando aquí…
La Piraña del Meaques