El Gran Premio Claudio Carudel, corrido en el Hipódromo de la Zarzuela, fue un desastre para la cría nacional: Ganó Almorox, seguido de otros dos caballos entrenados en el extranjero
“Almorox“, entrenado en Francia por Ferland, ha confirmado su favoritismo (2.6 a 1) en el Gran Premio Carudel y se ha impuesto con relativa facilidad al final de los 1.600 metros con un crono de 95.8 segundos. Antonio Caro como propietario se embolsaba los 33.000 euros por la victoria.
Como el tiempo invertido por el ganador en completar la milla demostraba, no ha habido tregua desde la salida. “Noray” (33.4 a 1), otro entrenado en el país vecino, impone un ritmo frenético y sin tregua. Detrás “Arab Poet” (5.9 a 1), que venía de maravillar en el Nertal, trata de quitarle el mando pero no lo consigue. Detrás un pelotón con una calma relativa y con “Zuberoa” (5.3 ) a la espera, “Almorox” y “Totxo” (22.3 a 1) que hoy no había perdido cuerpos en la salida. A la cola “Delfmar” (44.8) no parece marchar muy cómodo.
Nada más volcar en la recta final, “Arab Poet“, que había realizado una curva demasiado exigido, intenta presentar batalla pero, a 300 metros de la meta, “Noray” ya le ha aguantado y derrotado. El incombustible “Totxo” es otro que realiza una curva para ganar la carrera y cava también su tumba.
El que viene luego sobre el conductor es “Almorox“, siendo bien exigido para pasar, y cuando ya se daba por hecha la gemela, aparece rematando desde el fondo del grupo “Calvin” (16.2), el tercer foráneo, para hacerse con el segundo puesto remunerado con 13.200 euros.
En fin, que de los 56.100 euros del total de la bolsa con que estaba dotado el Gran Premio Carudel sólo 3.300 se quedaron en España gracias al cuarto puesto de “Céfiro” (11 a 1). Un desastre para la armada local especialmente para “Rompeolas” (3.9 a 1) que acabó doliéndose de una mano, y para “Arab Poet” con una curva alocada y con un jinete al que hay que dar ya un toque de atención.
Señor Fayos, las carreras se acaban en la meta, no a media recta cuando usted deja de empujar y renuncia, no a la victoria porque a ésta ya no tiene opción, pero sí a una colocación o al puesto digno que el caballo merezca.
Eso no es de buen jockey.
El Gentlemen