Mis cafés apócrifos con gente de Pozuelo: Hoy, con Pablo Gil, el hombre que se sentó en su despacho de concejal del Ayuntamiento hace 14 años y no lo van a echar ni los bomberos
Y yo me resistía a verle. No quería hacerlo. Sé los comentarios que hace y me duele. Él no sabe cuánto le aprecio. Ni idea tiene. Pero habla y habla. Luego dice que no le importamos nada. Pero está que estalla. Explota. Y quise calmarle. Decirle. “Tranquilo, Pablo. Soy yo”.
Y así empezó esta historia en La Cruz Blanca. Aquel día que parecía iba a llover y al final dejó un día despejado. Precioso. Con luz. Ilusión. Y una nueva historia que contar.
Pablo Gil acudió a la cita. Al principio, cuando le llamé para quedar, me dijo que no. Luego me preguntó, “¿este es tu teléfono?”. Yo le respondí. “Lo conoce todo el mundo. Claro que es mi teléfono”. Quiso saber quién me lo había facilitado, por qué no le había llamado el Capi y por qué tenía que aceptar el café conmigo”. Y yo le contesté con la sencillez que me caracteriza.
Colgué y sentí la duda. ¿A quién llamará ahora? Tres horas más tarde, Pablo me devolvió la llamada.
Y quedamos. En la Cruz Blanca.
Llegué diez minutos antes. Tenía que hacer compra y aproveché. Ya sentada en mi mesa. Javi preguntándome que quería tomar. “¿Lo de siempre, Sira?”. Sonó el teléfono. Era un WhatsApp. Pablo se retrasaría.
Aproveché para llamar a mi prima. No se lo podía creer. ¿Pablo Gil? “En el fondo es buen chico. Un poco liante, pero buen chico”. Colgué. Ya pasaban de y media. Y pensé marcharme cuando entró por la puerta.
Su cara de sorpresa y su risa, me hizo olvidar el cabreo que tenía por el gran retraso.
No quiso tomar nada. “Al grano, me dijo”. Y fuimos al grano.
Nunca pensó que era yo. Pero, como siempre, quiso quedar por encima como el aceite. Y me dio a entender que lo sospechó un día que nos vimos y que hizo no sé qué y él me respondió que qué se yo. Es el Pablo que ha nacido entre las paredes municipales el que no me gusta. Y así se lo dije. Ese de las conspiraciones. Las críticas. El peloteo.
“¿Pelota yo?”. Se vanagloria de que ha dicho las cosas claras a todos. Todos los Alcaldes. Y yo casi me tiro el café con leche encima. Quise que entendiera que las críticas hacia él son porque no es claro. Se ha vuelto un ser gris. Un persona distinta a lo que fue. “Eres un superviviente, Pablo, y te cuesta aceptarlo”. Le dije. Y le miré a los ojos. Esos ojos que ocultan dolor. Rabia. Bondad, incluso.
Y por fin, Pablo resurgió. “¿Qué quieres que hagamos, Sira? Esto es lo que hay. Y yo tengo familia. Y tengo que vivir”. Pozuelo va de mal en peor y el PP en su agrupación, más. Y Pablo lo sabe. Sabe que están perdiendo la confianza de la mayoría. Que es la peor legislatura que ha vivido Pozuelo. La peor alcaldesa. Me confesó: “Pensé que nadie sería peor que Paloma. Me equivoqué. Hay una peor”.
No quise seguir hurgando en la herida. Tenía los ojos rojos. Algo le hace daño. Y no sé muy bien qué es. Al final, me lo dijo. Pero volviendo a nuestra conversación. Llegó el momento de hablar de los apoyos que tiene la peor Alcaldesa de Pozuelo para ser la próxima presidenta de la agrupación del PP en nuestro pueblo. Me hizo gracia que Pablo repitiera “nuestro” y se riera. Han venido a quedarse con el pueblo. Yo le rectifiqué. “Con el pueblo no, Pablo. Con el sueldo”. Los dos nos reímos.
Pablo abrió su corazón. Él cree que puede ser un buen presidente de la agrupación y que puede ser un buen candidato. Y le duele que no piensen en él en ese sentido. Sólo le valoran porque es amigo de Félix y eso le duele. Justifica su inactividad en el partido porque Paloma es muy complicada. “No te deja hacer nada”. Justifica sus meteduras de pata en el Ayuntamiento pero insiste que no comete delitos. Está obsesionado con ese tema. Demasiado obsesionado. Pero así lleva varias legislaturas.
Y como Pablo no será el candidato, yo me tiré a la piscina. “¿A quién apoyarás en el PP?”. Se rió y me miró. Me explicó. Y yo le dije que me decepcionaba. Y si él apoyaba a un cadáver político para el PP de Madrid. Él será el siguiente. Pero salió la palabra pacto de sus labios. Y me dijo que el próximo candidato del PP en Pozuelo será un hombre. Y que él iba a ir en esa lista. “¿Apostamos?”. Aunque quiso dejarme claro que a él le daba igual. Pero no. No le da igual.
Que ese supuesto hombre, fruto de un pacto con la alcaldesa actual, no se lo merezca. No importa. El PP no ha cambiado tanto. No hay un nuevo PP. Y él votará y apoyará a quien le asegure su pan y el de sus hijos. Y por ahora quedan dos años de legislatura. Y Quislant es la Alcaldesa. No tiene otra opción.
“Te equivocas Pablo. Si el PP no ha cambiado, también es culpa tuya. Podéis hacer que las cosas cambien”. Sigue echando la culpa a Rajoy, al otro y al otro. A todos, menos a él. Es una pena.
Se lo dije a Luis. Es buena persona. Yo le aprecio mucho. “En tu sueño tiene esa voz tan peculiar como dicen?”, me preguntó. No le contesté. Pablo tiene mucho que aprender aún. Puede ser ambicioso. Pero tiene que ser valiente. Y tiene que tener experiencias en otros sitios que no sea el Ayuntamiento. Tiene que desintoxicarse. Sólo así. Un día, Pablo, conseguirás ser nuestro Alcalde. Y ese día, te apoyaré.
Sira Q.