SOS: Vivir en la Calle Hospital es ya un martirio insoportable de contaminación porque se está convirtiendo en un polígono industrial. Un artículo de Juana Pozuelo

¿Han paseado por la calle Hospital en los últimos meses? Probablemente lo han hecho muy rápidamente en su coche y no les ha dado tiempo para ver lo que está ocurriendo en esa estrechísima callecita que se transforma en una de las principales «arterias» de la ciudad, con miles de coches pasando día y noche acelerando sus veloces motores como les da la gana, ya que la bajada es grande y el Ayuntamiento aprovechó la reciente «operación asfalto» para quitar el último badén que nos protegía a los vecinos de un posible atropello a la altura de la Concejalía de Educación. Como único recuerdo de esa medida de protección nos quedó una triste señal: «límite de velocidad 20 km/h», una advertencia que obviamente nadie respeta.
Si no les dio tiempo a ver qué está realmente ocurriendo en la céntrica calle de Pozuelo, yo les contaré: la calle Hospital se está convirtiendo en un polígono industrial.
Lo de menos es la obra en la calle Costanilla del Olivar que arroja suciedad en las vías, bloquea tráfico en la hora punta y hace mucho ruido. Normal, me dirán. Lo de menos son las innumerables furgonetas que aparcan en las aceras, bordillos, cruces, etc. Porque lo más escandaloso que ocurre aquí es que la parte baja de la calle Hospital se ha convertido en una zona de talleres de mecánica de coches.
Como si no fuera ya suficiente con dos talleres en esta calle, ahora el ayuntamiento ha permitido que se instale el tercero y no en un lugar cualquiera, justo a 3 metros del que ya existía! Además, el nuevo es más grande y con capacidad para más actividad, incluyendo no solo las típicas prestaciones como la diagnosis, reparación y neumáticos, sino también chapa y pintura. Olores tóxicos entre una multitud de viviendas.
Más allá de la total incomprensión que supone tener dos negocios compitiendo entre sí en la misma estrecha calle de un solo sentido llena de tráfico, la principal ofensa para los vecinos es que nadie ha pensado qué significa para las familias vivir en un lugar inhabitable. Ruidos, humos, malos olores, grúas trayendo y llevando coches…
Los mecánicos no respetan la ordenanza municipal en cuanto a las reglas de trabajo, negocio o medio ambiente. Trabajan en plena calle, ocupando las aceras con los coches, herramientas o cables, tumbados debajo de los vehículos provocando peligro evidente no sólo para ellos mismos, sino también para los peatones. Obstaculizan el tráfico metiendo y sacando constantemente los coches de sus garajes. Aparcan los coches ocupando las ya casi intransitables estrechísimas aceras.
¿Han oído alguna vez el ruido de extracción de ruedas, sólo comparable a las metralletas? Han olido alguna vez lo insoportable y tóxica que es para el olfato la pintura del coche? ¿Saben que todas esas actividades nuestros talleres las producen en plena calle, en nuestra céntrica calle Hospital, a unos escasos metros del Ayuntamiento?
Como si tuviéramos pocos problemas con el enorme tráfico de tránsito que atraviesa nuestra vecindad sin tregua, los siete días de la semana. Como si tuviéramos poco con el taller de toda la vida que no respeta los horarios de descanso y muchas veces trabaja hasta las 10 o 11 de la noche, o festivos. Como si quisiéramos tener a nuestro propio coche aparcado cerca de casa y eso resulta ser una quimera, porque los coches del taller ocupan siempre nuestra vecindad, a veces no podemos ni parar para colocar a los niños o descargar la compra, simplemente, el entorno de nuestra casa no nos pertenece.
Leemos que el Ayuntamiento va a «revitalizar» y «embellecer» la calle Flores y Sagunto. ¿Y cuándo van simplemente a cumplir la ley en la calle Hospital?
¿Qué van a hacer para reducir la asfixiante contaminación en nuestra calle?
¿Cómo van a reducir la velocidad de los coches en esa zona? ¿Habrá que esperar a que un coche saliendo marcha atrás de un garaje atropelle a un peatón para que alguien se dé cuenta del peligro existente?
Ah, ya sabemos. La calle Hospital tiene dos zonas: una buena (por donde pasan los funcionarios a su trabajo) y otra, detrás de la esquina, para olvidarse.
Juana Pozuelo