Los signos de grandeza que nos envuelven (salvando a nuestra alcaldesa Quislant)
En los tiempos actuales los castillos y las ofrendas a los dioses, símbolos del poder y de la autoridad, primos hermanos del vasallaje medieval, solo pueden ser sustituidos por obras que ofrecidas al ciudadano como parte de las soluciones que mejorarán su vida diaria, recordarán a la egregia autoridad en el transcurrir de los tiempos, no como fuente dilapidadora de la caja pública ¡faltaría más!, sino como hacedora del sentir popular, trasladando solución con la magna obra realizada, aunque al final la misma, solo sea recordatorio de la autoridad habida con la placa aneja, que rememorará tal magna actuación.
Seguramente en cada punto de nuestra geografía española encontraremos puentes, fuentes y plazas que nos recordarán que la vanidad y el ego son valores añadidos, que no exquisitos, de tantos y tantos de nuestros gobernantes y que su recuerdo perdurará, porque lo más curioso de la vanidad humana es que cuando uno no tiene muchas virtudes para presumir de ellas, no dudan en tomar los defectos como síntoma de modernidad y sacando el aspecto más populista que todo gobernante lleva dentro, presumir de los mismos y convertirlos en virtudes a recordar.
En nuestra villa, por supuesto, no íbamos a ser menos y al eterno premio que nos otorgan, año tras año, por ser el municipio “más rico“ de Expaña…,a pesar de los que están, ahora nos ha dado por perseverar en la grandeza que representamos y, posiblemente, como fruto de lo anterior atraemos hacia nosotros el signo externo que manifiesta más y mejor la ostentación : Los escoltas.
Cuando el Sr. Berzal preguntó por los mismos, incluso en fin de semana, uno podría pensar que nuestra Alcaldesa por Asamblea en su día a día de visitas a barrios agredidos, a vecinos en precaria situación, a haciendas pendientes de trasladar al ciudadano necesitado…, acometía estas acciones con grave riesgo de su integridad física (saltar una valla, subir por escalaras deterioradas o caminar por lodazales imposibles ); en definitiva, esa actividad ingente de conocer y llegar a todos y cada uno de los pozueleros la obligaba a verse acompañada por personas que dada su preparación por las causas injustas que iba a defender, en ocasiones, pudiesen hacer violentar a algún vecino poco amigo del PP o de la Arcadia feliz que padecemos…y debido al riesgo que le suponía, personalmente, el altruismo de su acción, aunque incluida en el sueldo, por mor de salvar la institución que representa y nos representa, no tenía más alternativa…que verse protegida.
Visto que su día a día, fuera de los plenos “plenipotenciarios” y los cafés con los agraciados vecinos elegidos, discurre sin más novedad que de casa al despacho y de ahí al dulce hogar, me temo que la única preocupación de nuestra escoltada alcaldesa no puede ser otra que sus compañeros de armas; ya se sabe que no hay peor cuña que la de la misma madera y, ahora que se acercan tiempos de liderazgos futuros…¿qué deparará la nueva Presidenta de los azules madrileños a nuestra excelsa Quislant?…
¡Ay señor!, y algunos pensaban que ya lo habían visto todo… sin guardaespaldas.
A. Nogueiro