Carmen’s, ejemplo de altruismo en Pozuelo de Alarcón

Todos los días, invariablemente, nuestros próceres nos recuerdan la imperiosa necesidad de ser caritativos y dadivosos para con los más desfavorecidos. Bien entendido que en esto de las privaciones hay categorías y políticos añadidos a las mismas.
Así, no es lo mismo el mendigo de toda la vida, pobre por excelencia y que lo hemos visto crecer a nuestro alrededor que el inmigrante recién llegado que tras mil vicisitudes y pago al canalla de turno, ha podido cruzar el charco y cuál milagro de la vida y tras olas infinitas encallar en las playas del Sur de España sintiendo el aire, dizque de libertad que aquí se respira. Tampoco se parecen los expatriados de los tiranos sudamericanos, aterrizados en la España actual, que los arribados desde Siria con el marchamo del terrible dictador.
A los primeros más cerca de la Cruz y lejos del color morado siempre les encontraremos alguna rémora o crítica que les impida ser: necesitados de primera, mientras los segundos con pedigrí y solvencia siempre se encontrarán entre los elegidos para ayudar.
A mí, que quieren que les diga, cuando puedo echar una mano, nunca les demando el DNI y como no tengo una escala de valores diferencial aporto mi grano de arena en la seguridad de que estoy apoyando a una persona, como yo, únicamente lastrada por el azar; azar que lo llevó a nacer en un país en donde los derechos cual palabra que lleva el viento son de los que tienen, no necesariamente más, que también, sino la fuerza, las armas, el poder y los medios de comunicación y, parafraseando al Che, pues la revolución no se puede lograr con libertad de prensa.
Siempre he defendido que las soluciones a una sociedad más justa solo se pueden implantar desde la sociedad civil, lejos del eco y de las acciones promovidas desde los políticos que tienen siempre un objetivo a trasladar en voto repercutido en las próximas elecciones y que juegan además con una ventaja: dan lo que no es suyo.
Por eso la pasada noche y fruto del azar caí en Carmen’s, pequeño restaurante de nuestra ciudad, que con la vía del ejemplo pone de manifiesto que la oportunidad de ofrecer y echar una mano está al alcance del que quiera dar el paso. Y más allá de un trato afable y una carta suficiente muestra en una de sus estanterías que si quieres puedes y que la disculpa no es una opción cuando los valores son firmes y las ideas claras. Lo que tú me des lo multiplico por dos y, por supuesto, no pudimos eludir la oportunidad…
Una vez más, la determinación y las convicciones del ciudadano dan respuesta firme e inmediata frente a las soflamas de los políticos que ofrecen instituciones que no conocen, edificios que no son de ellos y dineros del contribuyente en una huida hacia delante y descontrolada con la única finalidad de salir en los medios y convertirse en abanderados de los refugiados, pero y eso sí…con lo de los demás; porque lo mío es mío.
Gracias a Carmen’s por recordarnos, que el que quiere puede. Pásense y lo comprobarán.
A. Nogueiro