Un tropezón con la historia: Mañana se cumplen 385 años de la compra de la aldea de Pozuelo por Gabriel Ocaña de Alarcón. Un artículo de Juan José Granizo
Hay momentos en los que tropiezas con la Historia. Hace unos pocos días El Correo de Pozuelo recordaba el décimo aniversario de la inauguración de la nueva sede de La Lira de Pozuelo. Pocos sabrán que el solar sobre el que se levanta este edificio es uno con los que la Corona dotó al concejo de Pozuelo antes de la venta de parte de la aldea a Gabriel Ocaña de Alarcón. La escritura de venta se aprobó el 31 de enero de 1632. Es momento para recordarlo por que justamente ahora hace 385 años de ello.
De este modo, Pozuelo de Aravaca dejaba de ser una aldea de realengo para incorporarse al mayorazgo de los Alarcón. Siguiendo lo publicado por Esperanza Morón, a los vecinos se les dio la opción de comprar las tierras pero no consiguieron los créditos necesarios para ello. Felipe IV convirtió Pozuelo en villa y cambió su nombre por el Alarcón con el que ahora le conocemos.
Y sin duda cambió el destino de esta ciudad.
Sin entrar en profundidad, el régimen de mayorazgo suponía un privilegio (o servidumbre, según se mire) por el que un propietario vinculaba parte de sus bienes de manera indivisible, es decir, eran heredados juntos (normalmente por el hijo varón mayor) y no podían ni venderse ni hipotecarse.
En el “Informe sobre la Ley Agraria” de Jovellanos redactado para la Sociedad Económica de Amigos del País Matritense se critica duramente a los mayorazgos, pero hubo que esperar a la Ley Desvinculadora de 1820 para ver su desaparición legal. Pocos historiadores dudan de que este sistema de vínculos fue ruinoso para la economía.
Tocqueville decía en “De la Democracia en América” que una de las razones del progreso económico de los jóvenes Estados Unidos (la obra se publicó en 1835) era que las herencias familiares se repartían de manera igualitaria entre los herederos legítimos. Exactamente la solución contraria que la adoptada en España.
Casi cuatro siglos después una joven banda de música con ganas de crecer aprovecharía aquel giro de nuestra pequeña historia para poner los cimientos de su sede. Es bueno recordarlo porque te hace consciente de que no estamos aquí por casualidad, que nuestro progreso se debe al esfuerzo de los que nos precedieron.
Cuando ya tenía escritas estas líneas leo en las redes sociales que el Ayuntamiento señalará con placas los lugares del municipio que han sido importantes en la historia de Pozuelo. Me parece una buena idea. A menudo hemos sido los propios pozueleros los que hemos demostrado que esta asignatura nos ha interesado poco. Siempre me ha llamado la atención la poca literatura que nuestro pasado ha generado.
Esa es la razón de ser de estas líneas, divulgar la historia de ese pueblecito desde el que la torre de su parroquia se podía ver la capital de un imperio. El primer imperio global de la historia…
Juan José Granizo