Las ayudas benéficas como política del Gobierno de Pozuelo

Si hay algo que diferencia a una persona que cree en una sociedad más justa, respecto de otra que piensa que lo único que cabe para mejorar la situación es apelar a la “caridad”, es precisamente la redistribución de la riqueza que apoya el primero, respecto el que piensa que la distribución de la riqueza existente se debe a los merecimientos individuales como opina él segundo, es esa convicción íntima de que cada uno está en el lugar que merece y que por tanto lo que corresponde es paliar la situación desde un espíritu “benéfico”, sin tocar el status quo.
Cualquiera que haya estudiado o leído un curso básico de Hacienda Pública sabrá que los recursos públicos no son el ahorro de la política o del político de turno, sino de la ciudadanía que paga tanto sus impuestos directos, (IRPF, IS), como sus impuestos indirectos cada vez que consume (IVA), o las correspondientes tasas por uso de servicios públicos (Tasas, etc), o las plusvalías cuando obtiene un beneficio por la venta de un inmueble, etc. Y por lo tanto, esos recursos públicos jamás pueden ser “benéficos” o “caridad” cuando se distribuyen para generar servicios públicos y para redistribuir la riqueza, son ingresos públicos que provienen de los impuestos de todos los habitantes del lugar para que sean redistribuidos de manera que se atiendan las necesidades de la comunidad.
Pues bien, hay quien a pesar de llevar toda una vida gestionando “lo público” sigue anclado en ese concepto “caritativo” de la gestión de lo que es de todos. Y en este concepto reparte “lotes de Navidad” a “los pobres”, o envía a las personas con necesidades económicas a organizaciones de caridad o religiosas para que les proporcionen la “ayuda”. Y así, en vez de reparar la injusticia social desde la acción social de la Administración, como derecho de los ciudadanos con necesidades a obtener una respuesta desde lo público, se ahonda la herida de la injusticia, se señala y etiqueta “al pobre” y se le hace “pedir ayuda” a la caridad de “la gente acomodada”. Y esto es más grave cuando sucede en una ciudad como Pozuelo de Alarcón, una ciudad con un enorme superávit presupuestario que bien pudiera cubrir todas esas necesidades sin grandes esfuerzos.
Y en este rancio concepto de las políticas públicas como obras de caridad, identifican los Presupuestos de Pozuelo de Alarcón para 2017, desvergonzadamente, que las ayudas de comedor o de material escolar que el Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón da a aquellos niños y niñas cuyas familias no tienen recursos económicos, son “ayudas benéficas”.
En un Ayuntamiento que gasta, por ejemplo, 1 millón de euros en asesores cuyas funciones y currículums son opacas para la ciudadanía, 40.000 euros presupuestados para ayuda en becas de comedor o material escolar para los niños y niñas cuyas familias no tienen recursos económicos son “ayudas benéficas”.
Ayudas benéficas, y dormirán tranquilos contemplando ese portal de Belén decorado con tapones de plástico de los que “salvan el mundo”. Ayudas benéficas.
Grupo Municipal Socialista