Un café con la alcaldesa Quislant
Tuvo que ser Ana Botella, la que pusiera en valor la solvencia de un café con leche, y más allá del acento o no; si el grano es bueno y la crema corona la taza: el éxito de su disfrute, está garantizado.
Y de aquellos días que nos llevaron, una vez más, a la decepción por no traernos las Olimpiadas a Madrid, como consecuencia de no haber otorgado la coima, suficiente, a quienes hacen de la corrupción un modo de vida, más que a la valoración del resto de elementos necesarios para haber atraído al mayor evento mundial deportivo a nuestro país, a los actuales, el “cafelito” nos sigue acompañando.
¡Para qué queríamos más! se forjó un camino (inicialmente andado por el hermano de D. Alfonso Guerra) y surgió una nueva moda para todos los dedicados a la “cosa pública” que vieron en la taza de loza un nuevo subterfugio para tratar de arrimarse a la ciudadanía en la confianza que la misma sería la encargada de mantenerlos, si ya están y/o arrimarlos si su objetivo es acceder por primera vez al puesto soñado.
Y es en esa vocación de cercanía, que ellos (los políticos) utilizan como sinónimo de conocimiento social ante problemas y situaciones diversas de la ciudadanía, en la que más cómodos se encuentran porque propicia foto y proximidad, dándole un carácter amistoso y de colegas con unas personas que, en las más de las ocasiones, será la única vez que vuelvan a ver en todo su recorrido político. Trasladando una imagen de cercanía y preocupación por todo lo que acontece en el núcleo social que representan, con el añadido de procurar las soluciones necesarias a los problemas comentados.
No podíamos ser menos en nuestra ciudad y tras 92 cafés relajantes, nuestra alcaldesa y su equipo, ya tienen de la mano por dónde atajar las pequeñas aristas que en nuestro Edén particular existen. No me puedo imaginar que hubiesen hecho, en nuestra ciudad, si la cifra saboreada y relajante hubiese sido superior…¿superaríamos a las nórdicas capitales en renta per cápita?
Es bien cierto que a ella le hubiese gustado disponer de más y mejor tiempo para disfrutar de los comentarios de todos los pozueleros en primera persona, pero justo es recordarlo, aunque no se lo recuerde su cohorte de aduladores, ya lo hace, y así cuando se celebran esos eventos que tanto gustan a los azules y que se convierten en actos cívico-sociales-gastronómicos ella y demás miembros de la Corporación, son los primeros en servir y, con la mejor sonrisa, atender de manera rauda y veloz los comentarios que le añaden, algunos, de los distinguidos comensales que disfrutan del ágape. Se ha dado el caso que alguno de los partícipes ha llegado a creer que la invitación es personal ¡qué poco los conocen! y, al mismo tiempo ¡qué buena fe!…o ¿será inocencia?.
Dice nuestra alcaldesa que para ella es la oportunidad de conocer de primera mano qué piensan los pozueleros y descubrir la realidad que ocurre en nuestra Comunidad. A mí, qué quieren que les diga, me emociona tanta bondad.
Todo lo anterior me invita a concluir que ya tenemos el problema resuelto entre gobierno y oposición, en beneficio de los contribuyentes que en Pozuelo habitamos: sírvase nuestra excelsa Sra. Quislant a habilitar de lunes a miércoles cafés con los miembros de la oposición para conocer propuestas y soluciones, ejecute los jueves y viernes, en ese bar u otro, con los miembros del gobierno las propuestas facilitadas, añádanle algo propio ¡ faltaría más! y se encontrarán el camino andado y las demandas de los distintos vecinos solucionadas.
Fíjese que forma más fácil para crecer juntos y todos, con el añadido de conocer Pozuelo, al menos, para los miembros del gabinete que no saben que colindamos con Madrid. Un buen café, querida alcaldesa, puede con todo. Anímese y dé el paso.
A. Nogueiro