Hasta el próximo Pregón, Fiestas de la Consolación

Uno nunca hubiese pensado que de un acto cívico-social en el entorno de un periodo lúdico-festivo algo más próximo a lo irreverente que a lo irrelevante, en los tiempos actuales, como el Pregón de Fiestas, pudiese hacer correr tantos ríos de tinta debido a todo lo allí acontecido. De hecho, se ha convertido, en sí mismo, como una atracción más, al extremo que podríamos considerarla ya como un reclamo obligado de las Fiestas de la Consolación para el próximo año. En este año del Señor, está siendo fuente de noticias e inspiración para todos y como la vida continúa y nuestra ciudad sigue viva, acompaño los últimos coletazos sobre el mismo, en la confianza de poner negro sobre blanco lo allí acontecido.
Siendo una costumbre mediterránea de origen latino, fundamentada en la gracia y el ingenio y buscando valores artísticos y suficiencia literaria, tendremos que admitir que, en esta ocasión, nuestro pregonero Bertín solo ha cumplido en la vertiente de presentarlo en el inicio de una celebración, pues ni tono, ni fondo ni forma mostraron nada de lo anterior relatado.
Tengo que reconocer no sentirme sorprendido tras las elogiosas palabras del pregonero en relación al patriotismo americano, muy particularmente, hacia todo lo que para los Useños significan símbolos e himno y en las que el Sr. Osborne se ve reflejado cuando entra en Pozuelo al chocarse, literalmente, con esa gran Bandera destello de su sentir; sin duda en los tiempos que corren en nuestro País, su aseveración no es banal, aunque sería bueno recordar en qué mandato se llevó a cabo tal circunstancia y no me gustaría pensar que mástil y bandera, jardín incluido, pudiesen haberse visto envueltos en alguna trifulca, propia de la época del por entonces alcalde, también por mayoría.
El subidón, permítanme decirlo, me llegó ante los elogiosos comentarios que alcaldes y representantes municipales de los distintos pueblos que en nuestra España hay, trasladan de nuestro glorioso Ayuntamiento, quedándome la duda, no aclarada por Bertín, de conocer el color – político – de los munícipes que en diversas circunstancias y ocasiones pusieron de manifiesto su admiración y querencia, por este nuestro excelso Ayuntamiento. Como quiera que al inicio de su discurso insistió en que su presencia oratoria en el balcón municipal era ajena a sus tendencias políticas, deduzco, fácilmente, que los elogios a nuestro Edén particular, los habría escuchado desde todos los perfiles políticos, más allá del color por el que se representen en su logo. ¿O no Sr. Osborne?.
Comentario aparte, se merece la intervención-presentación-saluda-agradecimiento-despedida (todo fue capaz de hacer en tres minutos) de nuestra alcaldesa rematando con un final vibrante, vivificador y reiterativo: ¡Viva la Virgen de la Consolación!, ¡Viva Pozuelo! y, por su puesto, ¡Viva España!, pena que la escenografía colgante simulase más a la coreografía del Bienvenido Mrs. Marshall que al espejo que para el resto de España, nos acababan de explicar, significa nuestro feliz Edén. ¡Qué les voy a añadir! así se escribe la historia, nuestra historia.
Como del pasado solo nos queda aprender, evitando los errores cometidos y aprovechándonos de la experiencias vividas, sería muy fácil para el 2017 : o lo obviamos o nos personamos en el Pregón con un personaje público al gusto de todos, con un discurso atractivo y elaborado que destaque por la gracia en las formas y el ingenio en el fondo, que nos haga estar atentos y olvidarnos del resto del balcón, que nos muestre con ironía y gracejo un discurso hilvanado y cautivador que nos invite a la atención y al estar presentes en el siguiente. Y, sobre todo, que dignifique nuestra ciudad y el motivo del acto allí presentado. No puede faltar, siendo obligado y consustancial al pregón: la sonoridad. Un tono de voz acorde a los orígenes de lo que allí se representa: vibrante, armonioso, rotundo que llene la plaza, llamando la atención y el interés de todos.
No lo harán, porque para ello se necesita humildad y de eso nuestros políticos están vacíos, a los ejemplos de todos los colores actuales les remito, si además hablamos de un lugar convertido en feudo, por mor de las distintas votaciones ¡qué les voy a contar!.
Volverán a decidir ellos, presumirán de que toda la Corporación esté presente, convirtiéndola, una vez más, en co-partícipes y rehenes de la decisión tomada y el ciudadano que paga la fiesta, seguirá en su terraza tomando otra caña y una de gambas – congeladas, eso sí -. Volverán a quedar encantados de haberse conocido.
Siento anticiparles lo que en apenas 360 días ocurrirá, pero siendo tan previsibles… todos, el riesgo desaparece.
Mientras, ya lo saben, sigamos caminando, tendrá que llegar el tiempo de saber a dónde queremos llegar.
A. Nogueiro