Las fiestas de Pozuelo de Alarcón entre la irrelevancia y lo chabacano
Cuando estamos a punto de reiniciar el curso político, Pozuelo de Alarcón retoma un protagonismo inmerecido por abrir a principios de septiembre lo que podríamos denominar la temporada de fiestas post vacacionales, al menos en la zona noroeste. Bien sabido es que después de las de Pozuelo vienen las de Majadahonda, Las Rozas y así sucesivamente.
Los que conocemos cómo era Pozuelo hace más de treinta años recordamos con cariño y nostalgia unas fiestas donde se juntaban todos los vecinos. Era una oportunidad para reencontrarse con los amigos y disfrutar de lo que en ocasiones se denominaba como las mejores fiestas de la zona.
Pero todo ha ido cambiando a lo largo de los años, especialmente Pozuelo que ya no es un pueblo y se ha convertido en un municipio de más de ochenta mil habitantes. Sin embargo el Gobierno de Pérez Quislant parece no haberse dado cuenta o más bien ha elegido la inacción como respuesta.
Así pues las fiestas de la Consolación se han convertido en las Fiestas del barrio del Pueblo y casi nadie más las disfruta. Lo mismo sucede con las fiestas del Carmen y de Húmera. Convendrán conmigo que las fiestas a día de hoy son irrelevantes para la mayoría de los pozueleros.
Gobernar significa tomar decisiones señora Quislant, como ya reclaman algunos vecinos desde la tribuna que les ofrece este periódico. Es necesario replantearse si no tiene más sentido organizar fiestas por barrios y de más corta duración, como por ejemplo propone nuestro lector para Prado de Somosaguas. En mi opinión sí.
Pozuelo se merece unas fiestas que respondan a la nueva realidad de nuestro Municipio. Más cercanas y participativas. Además seguro que de esta manera las fiestas tendrían un programa más a gusto de todos, o mejor dicho, de buen gusto y que dejaría de desprender ese tufo chabacano más propios de una realidad que por cierto nunca ha tenido nuestro municipio.
Julia Merino