Una barbaridad: Madrid sufre medio centenar de robos al día
Cada día en la Comunidad de Madrid se producen una media de 50 robos con fuerza en viviendas, un delito que ha vuelto a repuntar. Según los datos del Ministerio del Interior, esta infracción penal, la que más alarma social causa al invadir y vulnerar la privacidad de las víctimas, al margen de los objetos de valor que se lleven los ladrones y los daños que causen, ha crecido un 22,4% de enero a marzo de 2016, al pasar de los 3.689 hechos registrados en el primer trimestre del pasado año a los 4.516 del actual.
De los 150 delincuentes dedicados a esta actividad en toda la región, más de un centenar integran las mafias georgianas, las redes más activas de Europa (Francia, Italia y Alemania, en menor medida), especializadas en reventar pisos desde hace unos años.
Son una franquicia con tentáculos que se extienden por todo el mundo y en la que deben aportar parte del botín a la caja común u «obshchak». Se estructuran en torno al «ladrón del ley» que se ha ganado el respeto por sus dotes delictivas, que en muchas ocasiones está en prisión o en otro país y del que dependen cien personas. En cada estado tienen un líder al que llaman «rey» y al que rinden cuentas y luego hay otros a nivel europeo y mundial, en este caso, Kzakhar Kalasov, detenido en España. El de Madrid es Zviad Darsadze, privado de libertad, también en prisión.
Así lo afirman los jefes de los grupos XXIV y XI de la Brigada de la Policía Judicial. La técnica que emplean para entrar en los pisos es el ganzuado, un sistema que les permite abrir todo tipo de puertas de forma «limpia», manipulando los sistemas internos del bloqueo del bombín en apenas 20 segundos. En ocasiones, las ganzúas se las fabrican ellos mismos y otras veces las adquieren por Internet, aprovechando el vacío legal. Al no haber signos externos de violencia en la puerta, actúan con tranquilidad en el interior.
El método que utilizan es la «siembra». Ponen testigos de plástico en las casas que marcan y dejan imanes en el portal para que la entrada permanezca abierta; ni siquiera se molestan en forzarla. Días después regresan y comprueban si los cebos que han puesto siguen. De hacerlo, significa que no hay nadie en su interior.
Los integrantes de estas células han afinado su «modus operandi» y hay que estar ojo avizor en caso de ver plásticos en el suelo o en las puertas. El verano es una de las épocas preferidas por estos cacos para actuar, aprovechando las vacaciones. Lo hacen por todo Madrid, conocen todos los tipos de cerraduras, van a las más fáciles y cuando queman una zona se van a otra.