Rocambolesco sueño político-pozuelero con el Podemita y el PP como protagonistas y con Alfredo Fernández en el papel de “damisela ofendida”
Ayer tuve un sueño. Me ha pasado más veces. Un sueño como el de Martin Luther King pero en pozuelero. Después de dos meses si saber nada de ella, en mi buzón apareció la revista Vive Pozuelo y debo reconocer que me soliviantó el espíritu. Tanto, que me costó coger el sueño en la siesta y, cuando lo cogí, me desperté sudoroso y temblón… Había tenido una pesadilla terrible… Puf… Que mal lo pasé…
Y estoy convencido de que fue por hojear la dichosa revista municipal. Pero no porque esté, descaradamente, al servicio de la alcaldesa Quislant, no… Eso lo asumo. La oposición se lo consiente y, oye, a quien Dios se la dé que San Pedro se la bendiga…
Lo que me sacó de mis casillas fue que, leyendo la revista, al llegar a la página… ¿qué página era?
Anda, si resulta que los genios de la comunicación oficial pozuelera no paginan la revista Vive Pozuelo. Qué modernidad. Me lo apunto. Anuncian el contenido en el índice, con sus páginas correspondientes, pero luego no hay paginación en la revista… No hay numeración de páginas dentro. Lo de estos chicos de la segunda planta es de aurora boreal.
El caso es que, repito, al llegar a las páginas que van antes de la antepenúltima, en esa sección escondida que llaman Opinión, había dos artículos interesantes. Dos. Uno del Podemita del ‘uppercut’ de oro y otro del concejal Eduardo Oria, en su papel de portavoz adjunto del PP.
El artículo del Podemita ya lo había leído en ese ‘diario amigo’, que ya parece que es menos amigo. En él, el representante de Pablo Iglesias en Pozuelo tocaba de oído, intentando levantar polvareda para que se diluya su auténtico problema.
El artículo de Oria, en cambio, me sorprendió. Hablaba del propio Podemita y de ese problemita con la justicia que quiere diluir. ¿Comorrrr? Lo que leen. Por fin el PP de Pozuelo abordaba un tema que tenía que haber afrontado a primeros de septiembre cuando El Correo de Pozuelo denunció que este Podemita había usado su ‘uppercut’ de oro y, presuntamente, le había roto la nariz a otra persona. No estuvo bien aquello de que un concejal de Pozuelo ande pegándose por ahí, al margen de su culpabilidad.
Es una pena que Eduardo Oria tenga tan poca memoria y se le haya olvidado cómo fue aquello. En su artículo, solo cita a un periódico de tirada nacional como referente de la noticia. Quiero pensar que no ha nombrado a El Correo de Pozuelo, aunque fuese como periódico local, por olvido. Me parecería una niñería impropia de un tipo serio y Oria lo es. No se entera de lo suyo pero serio es un rato.
El caso es que estoy convencido de que la lectura de estos artículos fueron los que me produjeron confusión (no debo leer antes de la siesta).
Pero lo cierto es que, en mi sueño siestero, vi cosas que me produjeron desasosiego y que me despertaron sudoroso y afligido…
Por un lado, soñé que el Podemita, viendo que la pasta que cobra y su futuro cerca del Gran Líder está en peligro, anda removiéndolo todo para luego, cuando, presumiblemente, le condenen por lo del ‘uppercut’ (ojalá que no), decir que no dimite porque en Pozuelo hay cosas peores y nadie lo hace. Viejo truco. Tan viejo que una cosa así como lo que dice la pija Maestre en el Ayuntamiento de Madrid para seguir cobrando.
Por otro lado, soñé con el PP de Pozuelo. O con el Gobierno de Pozuelo, porque vaya usted a saber quién manda, tomando conciencia del problema que generó el uppercut del Podemita y que la alcaldesa, toda bondad en aquel principio de legislatura, perdonó y ahora está intentando recuperar el tiempo perdido.
Terrible encontronazo presagié entre ellos y me conmoví.
¿Y qué papel estaba jugando, en mi sueño, Alfredo Fernández, trabajador del Ayuntamiento de Pozuelo y, al mismo tiempo, tácito manigero del Diario de Pozuelo?
No sabría decirlo. Pero creo que el de “damisela ofendida”, dicho sea sin ofender. Y es que, aunque no sé muy bien como cayó en mis manos, en mis sueños leí una entrevista en el Diario de Pozuelo al Podemita del ‘uppercut’ de oro en la que el periódico amigo, genuflexo, le ofrecía la oportunidad de que se defendiese. Hecho muy loable, dicho sea de paso, ya que el derecho penal español lo permite todo, incluida la mentira, para defenderse y el Diario de Pozuelo es muy muy comprensivo con los pecados capitales.
Pero ¿por qué Alfredo Fernández ponía su prestigioso diario al servicio del Podemita? Era algo incomprensible. Alfredo sabe que una cosa así es ‘muerte segura’ en la segunda planta de la Casa Grande… ¿A qué se debió ese atrevimiento?
Sin duda, al papel de “damisela ofendida” en este sueño político-pozuelero. El Gobierno le ha debido decir que tiene que dejar de chupar del bote y, por lo tanto, que tiene que abandonar el Valle de las Cañas y Alfredo debe estar muy ofendido por ello. Y, como su periodismo es muy primitivo, ha comenzado a atacar al PP… Ay.
El mundo está lleno de desagradecidos… La vida es así de cruel. Alfredo está enfadado porque le van a quitar el chollo que tenía y por el que, además, le daban 40.000 euros anuales… Vivir para ver.
O para soñar.
¡Jo, qué mal lo pasé!
El Capitán Possuelo