El Foro de Pozuelo se fue de su sede de siempre y la concejala de Cultura ni se pasó por allí para acompañar a su gente. Esa es su sensibilidad cultural y política

Ayer, un camión del Ayuntamiento de Pozuelo, uno cualquiera de la flota, trasladó los cuadros, las sillas y los recuerdos de El Foro a su nueva ubicación. Junto al colegio Las Acacias. Allí. Al fondo del pasillo. Lejos. Hay que ir. No se pasa.
Les han dicho que van a restaurar su viejo edificio. Cosa de 6 ó 7 meses que se convertirán en tres años. O vaya usted a saber en cuanto. Existe la posibilidad, incluso, de que, para entonces, hayan desaparecido.
Pero ¡qué le importa al Gobierno de Pozuelo!
Qué le importa que el Foro sea historia viva de la cultura de Pozuelo. Que echase a andar en 1978. Hace casi 40 años o que fuera un proyecto cultural único. Pozuelo, entonces era un erial de la cultura, y El Foro lo salvó.
El Foro de Pozuelo, desde entonces, ha acogido más de 250 exposiciones de pintores jóvenes y consagrados. Grandes artistas del panorama nacional como Horcajo, Gordillo, Vaquero Turcios, Alcaín, Farreras o Luis Eduardo Aute han pasado por ese edificio de la Estación que ahora dicen que se cae. Se cae. Y hay que solucionarlo ya.
La alcaldesa, concejala de Urbanismo en la anterior legislatura, nunca mandó que se le hiciese una Inspección Técnica de Edificios para saber cómo estaba. Pese a que era su obligación. Y ahora es un enfermo terminal.
No voy a recordar aquí las presiones de Alba o de Sampedro o las prepotentes reuniones tenidas por sus dirigentes con el Gobierno de Pozuelo. No merece la pena.
Lo peor ha sido el trato recibido. Especialmente, de Pablo Gil. Ay, Pablo Gil, que diría el Capitán… Aprovecha lo que te queda en el convento…
Pero si la Alcaldesa, Alba, Gil y Sampedro y sus municipales no estuvieron nunca a la altura de lo que se espera de ellos, la actitud peor de todas ha sido la de Mónica García Molina, concejala de Cultura de este Gobierno. Para ella no existía.
Ni siquiera, ayer, tuvo la deferencia de acompañar media hora a su gente y desearles suerte.
La sensibilidad de este Gobierno y, especialmente, de Mónica García Molina con la cultura es ínfima. Y así nos va.
La Piraña del Meaques