El libro “Yo no me callo” de Esperanza Aguirre y el noroeste político de la Comunidad o el nombramiento de Quislant como alcaldesa
Durante las últimas semanas, se ha presentado en todos los medios de comunicación que ha podido, el libro “Yo no me callo” de la todavía Presidenta del PP en la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre. Debo reconocer que me ha costado leerlo hasta el final. Unas veces por su literatura, capaz de dormir al bebé más castaña, y otras por no creerme los pasajes que leía. Da la impresión total de ser la penúltima venganza de una ambición desmedida no alcanzada.
Lo más interesante, sin lugar a dudas, su paso por su enfermedad por desconocido. Es lo único que se salva del libro.
Para los que tengan curiosidad por leer los otros capítulos de este mastuerzo literario, no daré más detalles. Eso sí, ruego que lo hagan con mucha paciencia y con la fantasía de un lector que lee “El Señor de los Anillos” o “Harry Potter”. La imaginación al poder. Sólo me voy a quedar con la idea principal y la única de la realidad: Un ataque frontal y absoluto a la estructura de su propio partido político.
La dictadura de la partitocracia es patente en sus líneas. Nada que objetar. Por supuesto que en ese tema cualquier persona puede estar de acuerdo. Pero como dice el refranero español, “consejos vendo, pero para mí no tengo”.
Sólo daré un par de pinceladas. No le discuto su idea de abrir las puertas a los afiliados del partido. Idea muy en boga y cacareada por todo el espectro político español: Asambleas, primarias, congresos de un voto un afiliado… Preciosa la idea, totalmente machacada por todas las formaciones actuales. Véase el lío de Podemos, las guerras de taifas en el socialismo, los incipientes problemas de ciudadanos y las conspiraciones peperas, éstas últimas más calladas por la prensa afín. Debe ser la condición humana de los latinos. Tocamos poder y nos creemos estar en el Olimpo.
Pero si nuestra querida y mediática Esperanza escribe estas ideas, poniendo negro sobre blanco su filosofía, no llego a comprender su gestión en los últimos tiempos. Salvo que Jesús de Nazareth se le hubiese aparecido, cual Pablo de Tarso, al huir presuntamente de una patrulla policial de la Gran Vía Madrileña, tardando unos meses en asimilar el místico mensaje que le fue revelado, no se comprende nada. Sólo así se podría entender la escabechina realizada en la zona oeste de Madrid antes de su revelación divina, imponiendo a gente de su cuerda como el actual alcalde de Las Rozas (un jefe de gabinete de una consejería) o dictando la lista de concejales de Majadahonda (recordemos que su actual Alcalde Narciso de Foxá es, o era, de su tropel más fiel), por citar algunos ejemplos. Ninguno de las agrupaciones locales, según me cuentan pero todos muy ligados al clan de la Presidenta. Y el que no obtuviese plaza de concejal, se le nombra cargo de confianza por el artículo L’Oreal (porque yo lo valgo)
Dejemos aparte sus pecaditos de juventud: Granados, Ignacio González, López Viejo, González Panero…
Pero vayamos a nuestro municipio. Quizá donde más y mejor se ha dado este tipo de política, instaurada por Jesús Sepúlveda y mantenido y potenciado por todos los alcaldes siguientes, ha sido en Pozuelo. Nos encontramos con una corporación que nada tiene que ver con nuestro municipio. Ni Isabel Pita o Paloma Tejero, por poner algún ejemplo (hay bastante más), han pisado Pozuelo en su vida salvo alguna visita esporádica al Hipercor o al Zielo.
Más de la mitad de los concejales provienen de fuera amparados por la señora Aguirre. Alguno por amistad manifiesta en el parentesco, como el caso de Eduardo de Oria, sobrino de una senadora íntima de la autora del libro. O Gerardo Sampedro, cuyo currículum se puede describir holgadamente en una tarjeta de visita y sobra espacio. Eso sin citar a la legión de cargos de confianza y altos cargos camuflados en el organigrama municipal como titulares de directores generales y coordinadores generales de juergas y saraos nocturnos.
Es un verdadero despropósito que una señora curtida en estas lides sea capaz de escribir semejante desatino después de haber impuesto su ordeno y mando en las listas de Madrid. No es creíble que tantas personas como dos vicepresidentes, consejeros, alcaldes… le hayan fallado. Hasta es de coña, con permiso de los lectores, que después de su actividad política le hubiesen fichado en una empresa de captación de nuevos talentos. Claro, que si su selección era para realizar una criba a la baja de su informe todo tendría sentido.
Lo que sí es cierto es que Aguirre es la máxima culpable de haber potenciado a los protagonistas de su confianza implicados en procesos de corrupción en los juzgados, de seguir jugando con peones en Madrid y, por ende, tener al equipo de gobierno más inútil y nefasto desde la historia de la democracia local (año 1979, para mis amigos asesores).
La consecuencia de todo ello ha sido tener una alcaldesa mediocre, sin otro objetivo que hacer lo que la Señora Aguirre le manda, bien colocando becarios de medio pelo en el gabinete de prensa, bien nombrando hasta un coordinador general que no ha empatado ni al alcoyano. Pero eso sí, aguirrista a muerte. Es una vergüenza. Le quedan tres años de mandato y sufrimiento para los ciudadanos de Pozuelo. Por favor, que alguien cambie esto.
Parafraseando a Maria José Navarro en su diario de la COPE : “aaargggg, qué ascoooo!!!!”
J.Garcis
Postdata: Ha entrado una Concejal nueva, desertora del CDS y, según dicen, lo peor que tuvo Martín Crespo en su corporación.
¡Vaya lista que está hecha doña Elena!