Primera parte del Pleno de mayo que ha terminado siendo el compendio perfecto de la política pozuelera: autismo político del Gobierno frente a una oposición inútil

Hoy ha habido Pleno en el Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón y debo reconocer que ha sido el más completo que he visto desde que me dedico a seguir la política pozuelera. No hablo de que haya sido interesante por su contenido, hablo de su carácter definitorio. En él se ha reflejado fielmente lo que es y cómo se vive la política en esta ciudad: un Gobierno que resiste en plan autista político frente a una oposición que mantiene una iniciativa inútil.
Tras verlo, la política pozuelera podría definirse como una partida de frontón en la que, extrañamente, el Gobierno ejerce de frontón. Lo devuelve todo sin inmutarse.
El Pleno de hoy ha tenido tantos matices y tantos gestos políticos que bien podría escribir, sin esforzarme mucho, tres o cuatro artículos. Y lo digo sin ningún ánimo prepotente. Es que ha sido grandioso. Lo ha tenido todo.
Aunque también podría ahorrarme el trabajo si me quedase solo con uno cualquiera de los debates. Únicamente con el primer debate que ha tenido lugar sobre las modificaciones presupuestarias debidas al superávit 2015 y en donde ya se podría definir lo que es esa política pozuelera a la que me refiero.
Pero es que después vino otro debate sobre la amortización de un puesto de trabajo en donde el reflejo de la política que se practica en Pozuelo quedó patente.
Por supuesto, podría abstraerme de todo lo anterior y quedarme solamente con las mociones para redefinir esa política pozuelera. Incluso, si lo hiciera moción a moción sería suficiente.
Hasta las preguntas con respuesta oral han sido definitorias. Pero creo que hay que contarlo todo. Cosas como esta son para contarlas.
Pero si el análisis actual de la situación política en general exige concreción, más me lo voy a exigir yo en la política pozuelera. Así que vayamos por partes, como decía Jack. Trataré de ser los más sinóptico posible.
Para empezar diré que, salvo alguna peguita corregible, la transmisión del Pleno por Internet ha mejorado considerablemente y no me duelen prendas en reconocerlo.
También, antes de entrar en materia, debo señalar que la jura de Elena Méndez Leite de su cargo me recordó a Paloma Adrados. Ay, Paloma… La cantidad de cosas que hay que echarte en cara… La señora Méndez Leite, por cierto, es la tercera vez que es concejala… La tercera… No digo más… Viva la renovación.
Y ya, sin más dilación, paso a comentar el primer debate del Pleno. Un debate en el que se hizo oficialmente público el superávit de los presupuestos de 2016 (16 millones y pico de euros) y en el que el Gobierno, representado por Isabel Pita, no se sintió avergonzado de ello sino todo lo contrario.
Es la tercera vez y por tercer año consecutivo que comenten el error de dar superávit pero siguen como el primer día: contentetes y alborozados. Alucinante. Pozuelo, por fin, no va a tener deuda al año que viene. Que Dios nos coja confesados.
El debate del superávit fue una repetición de los debates de la legislatura anterior en los que la señora Pita demostraba que no sabe hacer presupuestos (en un presupuesto bien hecho no puede haber esas deviaciones) y la oposición le zumba la badana.
Y ahí empezó a definirse la política pozuelera actual. El Gobierno de Pozuelo no es político, incluida su alcaldesa, y como tal no se le puede pedir que haga política. Y ante esa incapacidad se evade y se convierte en un autista político.
La intervención final de la concejala de Hacienda merecería que le dedicase un artículo. Solo a ella. Todo para ella. Un artículo para ella solita.
Isabel, después de carraspear (gesto muy significativo y ya digno de estudio) se puso, como siempre, en plan maestra pero elevando su sobreactuación a la enésima potencia. Subió tanto que casi cayó en el histrionismo con lo que ridiculizaba a su propio personaje. Homérico.
Isabel Pita no es política. Vive de la política pero no es política. Y, desgraciadamente, su puesto es el más político del Gobierno aunque ni Adrados ni Quislant lo hayan querido ver. Isabel no es política y no se le puede pedir peras al olmo.
Y esa es la gran conclusión que se puede sacar de su intervención mientras nos leía la misma carta a los Reyes Magos, que leyó el año pasado y el anterior y el anterior, sobre las cosas que se van a hacer y que no se ven que se hagan. La improvisación como norma política.
La referencia especial que volvió a hacer a ese fastuoso aparcamiento que se va a construir en el antiguo matadero de la Estación, y que ya debe tener las puertas de caoba a causa de las veces que lo menciona el Gobierno de Pozuelo, resultó patética.
El segundo debate que se produjo estaba relacionado con la amortización de una plaza de maestra de peluquería. Y ya fue la pera limonera. En él se volvió a demostrar el autismo político del Gobierno.
Es su intervención, Diego de Aristegui pasó de puntillas sobre el tema. Parecía que no quería molestar. Yo soy un mandado. Tanto disimuló que no me enteré si ese puesto se amortiza porque no hay subvención de la Comunidad o porque no hay alumnos. Supongo que no enteraremos realmente de lo que ha sucedido en las sentencias de los procesos judiciales que, a buen seguro, se iniciarán.
Y mañana más. No hay más espacio. Mañana, mociones.
El Capitán Possuelo