Salvo que Pedro Sánchez recupere el sentido común, los contribuyentes nos gastaremos otros 150 millones de euros en nuevas elecciones
La semana pasada planteé la pregunta del millón, ¿los españoles seguiremos insistiendo en nuestras opciones políticas del 20-D? El resultado previsible es que sea así y que nada modifique el actual mapa político español. Por lo que, a mi juicio, unas elecciones no resolverán nuestra situación política actual. Es más, creo que añadiremos más problemas a la fotografía actual.
Esos problemas se llaman euros. Más gasto. Más dinero. Si las elecciones del 20-D nos costaron a todos los españoles más de 130 millones de euros. Las más que previsibles elecciones con las nuevas representaciones políticas que hay en el Parlamento, nos costará mucho más. Algunos cifran ya en 150 millones de euros. Casi nada.
Si a esta situación añadimos que ese dinero no está previsto en los Presupuestos actuales, significa que deberán reajustar otras partidas para dotar de manera extraordinaria este crédito para que se celebren las elecciones. Luego oiremos a los responsables hablar de recortes. Así se escribe la historia.
Sé que muchos pensarán que el dinero “se cría y se multiplica por arte de magia”. Pero lamento romper la utopía de los que piensan que el Estado es un ente independiente de todos nosotros, que genera por sí mismo dinero y que nada tiene que ver con cada uno de nosotros. El dinero público se genera (en un 90%) gracias a nosotros, los ciudadanos contribuyentes.
Nosotros somos quienes financiaremos este nuevo y previsible escenario político. Y eso, evidentemente, nos ofrece un plus de capacidad de crítica ante la actitud de los protagonistas de este teatro y postureo político en los últimos meses.
Partiendo del respeto que me merecen todas las formaciones políticas y más aún sus votantes, habría que hacer un análisis objetivo de la situación.
En España el partido político que más votos, apoyos y escaños obtuvo el 20-D fue el Partido Popular y Mariano Rajoy. El PP ganó las elecciones. Pero es cierto que nuestro sistema permite que haya coaliciones de perdedores y así dejar a un lado a quien ganó las elecciones. Así es nuestra democracia, así son nuestras reglas.
A pesar de ello, ninguna de las formaciones políticas ha obtenido la confianza del Congreso para formar gobierno. Los españoles hemos pedido que los partidos hablen. Efectivamente. Que dialoguen. Sin duda. Que se entiendan. Pero, desde mi punto de vista, ese acercamiento debe realizarse por el centro español. Debe hacerse desde una voluntad de suma de mayorías y no desde los extremos minoritarios.
El PP y el PSOE son las formaciones que más voluntades aúnan entre ambos. Son los partidos políticos del centro español y son los proyectos políticos que han gestionado nuestro país, con muchos aciertos, y también muchos con errores. Es cierto que el emergente partido catalán surgido “entre bambalinas”, CIUDADANOS, parece situado en el centro (izquierda) español; pero no debemos olvidar que esta formación está “plagada” de rebotados y cabreados de las otras dos grandes formaciones. Ex afiliados, ex cargos públicos, ex cargos orgánicos. Los que lo intentaron y no lo consiguieron… En definitiva, CIUDADANOS es la suma del resto de PP y PSOE, sin identidad propia. Sin valores propios. Pero con una consigna clara, salir a morder un trozo de ese espectro electoral del centro (ya sea por la izquierda, ya sea por la derecha, e incluso autoproclamándose su líder como el nuevo Adolfo Suárez de la política, a quien por cierto no le llega ni a la altura de sus zapatos) y quién sabe, si de ese trozo del pastel, se incluye también un trocito del pastel llamado “dinero público”.
Dicho esto. Creo firmemente en que podría haber entendimiento. Creo que la obligación de los que representan al centro es evitar las elecciones. Creo que pueden conseguirlo. Y, creo, sinceramente, que los españoles aplaudiríamos que no malgastáramos más dinero para obtener un mismo resultado.
Pero, es evidente, que esto no sucederá. Y parece obvio que pidamos responsabilidades.
Mariano Rajoy ofreció una Gran Coalición a los dos partidos del centro izquierda español el día 21 de diciembre. Al día siguiente de las elecciones. Y lo hizo sabiendo que eso suponía una negociación, un diálogo. Una cesión en determinados aspectos para alcanzar acuerdos en otros más importantes. Siempre incluyó a la formación naranja en esa Coalición, aunque no fuera necesaria, porque el PP en su oferta busca sumar a los españoles y no solo sumar votos para lograr una investidura o hacerse LA FOTO.
Pues bien. Pedro Sánchez dijo NO. No, no y no. C´S pactó con el Señor NO y la situación ha llegado hasta tal extremo tragicómico en el que su socio, Albert Rivera, ha intentado que el PP apoye al responsable del peor resultado del PSOE en toda la democracia española. Quizás, a sabiendas, de que eso no sucederá. Si fuera mal pensada podría deducir que están deseosos de coger el trozo del pastel que les corresponde para esta nueva campaña. Pensemos todos. A ellos les corresponderá dinero público, en las anteriores no lo tuvieron. Y lo mismo pasará con PODEMOS. La campaña electoral será muy interesante.
El PSOE es clave tanto para una coalición de izquierdas como para la Gran Coalición de Centro. Y eso es un hecho absolutamente objetivo. En sus manos está resolver esta situación y no gastar otros 150 millones de euros de todos nosotros.
Desgraciadamente, todos intuimos qué va a suceder. Salvo que el PSOE haga un giro hacia la centralidad y hacia el sentido común. Gracias a Pedro Sánchez volveremos a gastar una cantidad ingente de dinero público para que no sirva para nada. Y toda esta responsabilidad la comparte, sin duda, con su socio, Albert Rivera. Espero que esta teatralidad del centro izquierda (PSOE+C´S) les pase factura. Pues aunque muchos usen la corrupción, solo la de “algunos”, como argumento de peso en los debates sobre el proyecto España, la realidad es que la mentira es otra forma de corrupción y sobre ella algunos podrían escribir una tesis doctoral.
Gracias.
Yolanda Estrada