Aproximación a la intrahistoria por la que al Hospital Quirón se le concedió todo lo que pidió, incluso, que se llamase de Madrid y no de Pozuelo

Vaya semanitas llevamos en casa. Primero cayeron los niños. Luego Luis. Toby anda con tos. Y yo, que parecía que me iba a librar de la gripe, también caí. Ahora entiendo mi mal humor de la semana pasada. Estaba incubando un virus que se resistía a dar la cara. Pero mi cuerpo no aguantó más y una vez terminado todos mis trabajos pendientes. Caí. Como por arte de magia. 39 grados de fiebre. He estado mala, mala.
Mi marido no se lo creía hasta que el sábado me dijo, ¿te leo El Correo de Pozuelo por si hay algo nuevo? Y yo le respondí, “Hoy, no”. Se asustó y quiso que fuéramos al Centro de Salud. Ir al de la calle Emisora fue un error. Un médico de guardia. Sólo uno. En fin. Y te miran como si fueras un número. Oiga que soy una persona enferma…
Finalmente acudimos al Hospital Quirón. Tengo de suerte de pertenecer a una compañía privada y he de reconocer que el trato fue exquisito. Que el personal se volcó con nosotros. En fin, que me atendieron, me recetaron ibuprofeno y paracetamol y, vaya, hoy ya no tengo fiebre. Pero estoy cansada.
Manolo ha venido esta mañana a casa a verme y, como sabía que no había escrito nada, trató de ayudarme. Yo quería hablar de Andrés pero le dije que no tenía ganas. ¡Calvo Sotelo siempre se libra! Me dijo que llamase al Capi y le dijera que estaba pachucha y que él lo entendería. Y lo entendió. Manolo, cuando se iba, me dijo que contase lo del Hospital Quirón, ya que había estado en él. Y mi cerebro, cuando se fue, se puso en marcha. Es una especie de mecanismo raro. Este amigo mío siempre hace que cuente aquello que deberíamos saber los vecinos de Pozuelo y que muy pocos saben.
Me refiero a Quirón. Y me acordé de aquel rápido expediente del año 2002. De esos que parece que el plazo era tan corto que todo olía mal. De esos expedientes de la época de Pepe Martín Crespo, con un solo licitador. Esos expedientes que todos criticaban y hablaban y decían y cuchicheaban lo que pensaban que había, pero que nunca nadie se atrevió a denunciar donde tendría que haberlo hecho.
Cierto es que paralizaron la adjudicación los tribunales, pero también es cierto que, finalmente, un tribunal contencioso-administrativo, dio el visto bueno a esa cesión de suelo público para un hospital privado llamado Quirón Madrid.
http://elpais.com/diario/2003/02/14/madrid/1045225464_850215.html
http://elpais.com/diario/2003/01/22/madrid/1043238263_850215.html
El equipo de gobierno que sucedió a Pepe Martín Crespo y Elena Méndez Leite (entre otros muchos) fue quien gestó todo este “regalito”. Me consta que algunos concejales de la época que le siguió, la de Jesús Sepúlveda, criticaron cosas como el canon o el nombre.
¿Por qué se llama Quirón Madrid, si el suelo es de Pozuelo de Alarcón?
Me consta que los informes del Tribunal de Cuentas sobre la forma de adjudicar Pepe y compañía fue cuestionada. Y me consta también que todo el asunto se mantiene en silencio.
¿Por qué?
Manolo me dijo que los días en la Casa Grande eran muy divertidos, sobre todo en aquél año 2002 cuando se redactaron los pliegos para la cesión del suelo. Secretaría General era un hervidero y muchos salían bufando por las cosas que allí veían. Pero, claro, Pepe era Pepe y a Pepe se le consentía todo. Cuántas cosas podríamos aprender de nuestra historia si supiéramos la verdad. Si la contaran los que la saben.
Siempre me quedaré con la duda de si fue así o no la historia. Si las reuniones fueron en ese despacho de Doña Elvira (Desde aquí le deseo una pronta recuperación). Si las llamadas negociando cláusulas se producían fuera de la jornada laboral de los funcionarios, salvo de los que se quedaban trabajando en Secretaría. Siempre me quedaré con la duda sobre si Agustín Rivero intervino o no, si le dejaron o no. Porque este funcionario es honesto e íntegro y me consta que jamás participaría en una cosa así.
Siempre me quedaré con la duda de si una porción de mi dinero se le regaló a una empresa privada y por qué no lleva el nombre de Pozuelo y sí el de Madrid, tal y como dice alguna persona que tuvo algo que ver con el Consistorio.
Me quedaré con esa gran duda y con otras, salvo que algún grupo político o funcionario, testigo de aquello, decida contarnos a los pozueleros la verdad de lo que pasó. Por qué pasó. Y como pasó. Porque, cierto es que hay una verdad judicial, pero no siempre esa verdad conjuga con la verdad real.
Entre mis medicamentos, mi melancolía y mi cansancio gripal, me despido de vosotros recordándoos que a veces hay que recordar el pasado para que algunas historias no se repitan. Y ahí dejo eso.
Sira Q.