Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita…, Maestre
Cuando escuché, por primera vez, la famosa frase: La realidad siempre supera a la ficción, imagino que como la mayoría y con diecisiete primaveras más, una sonrisa de incredulidad me invadió, tomando el aserto como algo difícilmente imaginable.
En estos tiempos, dizque, de cambios: sociales, económicos y… ¿políticos?, en los que todo lo pasado se identifica con rancio y lo futuro con modernidad y nuevas oportunidades para todos, nos encontramos que, una vez más, la realidad nos pone en nuestro sitio y descubre la cara verdadera de los que llegan para “salvarnos“ de los opresores que nos gobernaban y de los cuáles no sabíamos cómo deshacernos.
Los ciudadanos, realmente, nunca habíamos pedido nada: ni de los políticos de siempre, que solo podrían sorprendernos si dimitiesen(¡no se conocen casos!); ni de los recién arribados que, eso sí, representan a los verdaderos intereses de los ciudadanos. No sé a Vds., pero, a mí, nunca nadie me ha preguntado por lo que dudo lo sepan.
Pero los acontecimientos ponen a cada uno en su sitio y revelan que del dicho al hecho, siempre hay un trecho, y, entre predicar y dar trigo, siempre pasan muchos meses en los que tienen que darse, en relación de continuidad: lo que pienso, con lo que digo y, por supuesto, con lo que hago. Lo que antes se denominaba: vestirse por los pies.
Desde el Ayto. de Madrid, su portavoz, tras la sentencia en su contra por su “torso desnudo“ en la Capilla de la Universidad Complutense de Pozuelo, con condena económica incluida (pelarán, por supuesto que apelarán…), dice que no dimite, a pesar de lo que predican sus estatutos (siempre para otros…, más prescindibles).
Si las virtudes propias de un político las definen en sinceridad, honradez, confianza al ciudadano, respeto a los demás… la portavoz del Excmo. Ayto de Madrid ha puesto de manifiesto todo lo contrario de lo que predica: primero dice que no estaba -si no fuese por las fotos y vídeos del acto- ; más tarde que ella no participaba activamente; a continuación que no quedó en sujetador -la forma light: torso desnudo, por ella misma definida- . Y, finalmente, ha reconocido haber pedido perdón, no al capellán y estudiantes que ofendió ¡faltaría más! Dada su categoría política, se disculpó con el arzobispo de Madrid en reconocimiento, de facto, de todo lo que se le acusaba (la respuesta eclesiástica, para enmarcar: relicomplejines).
No quiero pensar qué dirían las fuerzas vivas de este conglomerado de partidos, si esta situación se diese en C’s o en el PP, incluso en el PSOE, pero el hecho de entrar en una iglesia, interrumpir el culto y proferir los cánticos que repetían, torsos desnudos incluidos, es para estos defensores de la democracia un ejercicio de libertad…, por supuesto los que estaban en misa… unos totalitarios… Meapilas.
¿A qué les recuerda? Sin duda a la política de siempre, a ver la paja en el político ajeno y no distinguir la viga en el propio, a justificar lo propio, con los mismos argumentos con los que ataco lo de los demás, y, por supuesto, eliminemos la palabra dimisión porque conlleva, fundamentalmente, no haber alcanzado las metas fijadas y ¡hasta ahí podríamos llegar!
Si, además, le añadimos ese aire “renovador“ y “justiciero“ que nos traen desde el partido morado, tengo toda la impresión de estar viendo como dan grandes pasos para encaminarnos hacia el abismo. ¡Pues, vaya cambio!
Al final, queridos amigos, siempre nos quedará Marx, Groucho Marx y el recuerdo de una de sus citas dedicadas a todos los salvapatrias que en el mundo ha habido: Partiendo de la nada, estamos alcanzado las más altas cotas de la miseria.
Y yo, que ya me imaginaba en la Arcadia feliz…
Alfonso Nogueiro