Carta abierta a los pozueleros de buena voluntad. Breves reflexiones sobre la vida del gran Nicolás Batalla Guillén
Mis estimados amigos, queridos paisanos y vecinos de Pozuelo:
Es un orgullo y una satisfacción poderme dirigir a todos vosotros desde este periódico, con la confianza y la seguridad que me da la amistad, de muchos años, del Director y buen amigo Anacleto Rodríguez Moyano y el ofrecimiento que me ha hecho para que me pueda relacionarme con todos vosotros.
Ambos nos hemos ido haciendo la vida y tratando de enriquecernos en el saber ser y en el saber estar en nuestro trabajo serio y riguroso, que siempre ha tenido como objetivo divulgar en positivo todo lo bueno que tenemos y que hacemos para contribuir al engrandecimiento, ante España, de este pueblo donde vivimos y habitamos, lo que no deja de ser un privilegio. Porque vivir en Pozuelo de Alarcón, amigos, es un privilegio.
Pero estoy aquí para haceros partícipes de unas breves reflexiones que he aprendido en la vida. Algo dispersas, quizás, pero que os servirán a todos. Quiero deciros, por ejemplo, que, si en la juventud aprendemos a comprendemos, con la edad, tal vez con la edad, ya no tengamos edad sino que tengamos vida. Vida para vivirla en plenitud y libertad y olvidándonos de la edad.
Hagamos la paz con el pasado para vivir plenamente el presente. Hagamos cosas buenas y hagamos el bien porque solo así y siendo positivos podremos decir que lo mejor está por venir.
Debemos tener y buscar tiempo para vivir, disfrutar y ser felices, rodearnos de gentes que sepan tocar el corazón de las buenas personas como las que convivimos en este gran pueblo. Hagamos noticia también de las buenas noticias y no solamente las malas. Y eso solo depende de nosotros, de nuestras actitudes, principios, respeto y estilo.
Las pequeñas cosas son las que dan sentido a nuestras vidas. Las personas positivas tienen una solución para cualquier problema, las personas negativas tienen un problema para cualquier solución.
Todos debemos tener la habilidad de convertir nuestro mayor defecto en nuestra mejor virtud. Básicamente, son estos pequeños defectos los que hacen de nosotros personas apasionantes y profundamente admiradas y valoradas por los amigos y por los adversarios y enemigos.
Solo cuando se reconoce un error y los defectos se pueden corregir, empecemos pues a trabajar. Nunca es tarde.
Con el cariño que merecen los buenos amigos, con mi gratitud y mi amistad de siempre, un afectuoso saludo y cordial, con un entrañable abrazo.
Nicolás B. G. Presidente de la Casa de Extremadura en Pozuelo