Los sueños de princesa del PP de una cenicienta llamada Susana Pérez Quislant (y IV, por ahora)
Decíamos ayer, parafraseando a Fray Luis de León, que nuestra cenicienta Susana soñaba en colores porque, al día siguiente, ella pasaría a ser princesa del PP. Y eso era algo maravilloso. El Pleno de la Asamblea de Madrid nombraría a Paloma Adrados presidenta del parlamento regional, tendría que dimitir y ella, la humilde cenicienta, tendría el camino libre para ver cumplidos sus sueños.
Susana Pérez Quislant apenas pudo conciliar el sueño aquella noche. Ni siquiera en la madrugada. Su ilusión se mezclaba con sus temores. Ella era la número dos de Adrados pero no la querían ni en el PP de Pozuelo, porque era forastera, ni los concejales elegidos porque a bastantes de ellos no los había tratado bien en la anterior legislatura. Ni siquiera los trabajadores del Ayuntamiento. Pero ahora ella sería la alcaldesa.
¿Entenderían el PP de Pozuelo, los otros concejales y los funcionarios que ella era la nueva alcaldesa?
Si no podía ser el número uno de una lista electoral, tendría que ser el dos. Lo dice la costumbre pero no lo obliga la ley. Y ella era el dos. Pero tendría que moverse rápido.
Aquella mañana se levantó temprano. Y temprano se fue al Ayuntamiento. Esperaría acontecimientos en su despacho. Pensando. Pensando.
¿Y si ella no era la elegida? ¿Y si elegían a Félix Alba, el eterno aspirante?
Ella no era política. No era de Pozuelo aunque se hubiese venido a vivir hacía unas semanas. Bueno, mejor sería decir que había alquilado un piso en Pozuelo. Vivir-vivir seguía viviendo fuera. No la conocía nadie porque no había hecho la campaña electoral… ¡Qué nervios! No podía haber nadado tanto tiempo para ahora morir en la orilla…
Félix Alba, en cambio, era querido por los concejales en funciones, por los funcionarios y por algunos vecinos del centro… Pero no le nombrarían… A Félix le faltaba carácter…
En cuanto se conociese la noticia de Adrados tendría que moverse. Y la noticia se conoció. Y el Ayuntamiento se convirtió en un manicomio. Se conmocionó. Y los concejales se reunieron y conspiraron. Nadie quería a nuestra cenicienta.
Pero Susana fue más lista que nadie y en lugar de discutir y se fue a Génova a buscar a Esperanza Aguirre o a los cercanos a ella. Quería decirles que ella sería la mejor alcaldesa de Pozuelo porque le hacía una ilusión enorme y eso conmovería a Esperanza.
Pero Esperanza no estaba en Génova. Insistió tanto en verla que una de las personas más próximas a ella la llamó para preguntarle. Y Aguirre, que sabía que Quislant le estaría siempre agradecida, dio la orden. Que Susana sea alcaldesa. “Le hace mucha ilusión”.
Para Aguirre era una buena jugada por el poder en el PP de Madrid. Con Quislant, Pozuelo también sería aguirrista y eso era algo importante para ella porque Pozuelo era importante y había conseguido mayoría absoluta.
Alguien de Génova movió los hilos pertinentes y los concejales conspiradores se entregaron a Quislant en cuerpo y alma. Así son las cosas. Su sueño se había hecho realidad. Ya era una princesa del PP. Ya nadie la miraría como a una cenicienta.
Tomó posesión del cargo y empezó a agradecerle a Esperanza el favor colocando a aguirristas sobrantes. Y a los concejales lo que quisieran. Y a los funcionarios que no fuesen a trabajar por la tarde. Era, en palabras de El Capitán Possuelo, Susana la de las Mercedes.
Esperanza se dio cuenta de la fidelidad de la alcaldesa y la hizo crecer en el partido… Y ella se lo creyó. Ese fue su momento de debilidad.
Se lo creyó tanto que llegó a pensar que su sueño no había terminado. Y la nombraron Presidenta del Comité Derechos y Garantías del PP de Madrid. Y entró en la directiva de la FMM y en no sé qué de la FEMP y ella soñaba y soñaba. Y los palmeros la aplaudían. Se definió en un tuit como Princesa y hubo quien hizo palmas con las orejas.
Y ya no solo sería una princesa sino que ya se veía formando parte de la realeza del PP. Pozuelo no es nada. Yo busco más. Estoy bendecida por la suerte.
Dicen que se enfrentó a mucha gente. A mucha. Incluso, a Adrados que le debía todo. Y se le fue la mano. En una reunión con Cifuentes le propuso un intercambio de cromos. Un “te apoyo si me apoyas”. Se equivocó. Suele pasar. Quiso volar muy alto pero no se dio cuenta de que sus alas eran de cera y el calor del sol las derritió.
Aguirre cayó y Cifuentes pasó a mandar en solitario en el PP. Y a las primeras de cambio, la nueva jefa pepera devolvió a la realidad a nuestra princesa. A Pozuelo y gracias. ¡Qué disgusto!
Es igual. Ella ya aprendió la lección y sabrá esperar su oportunidad. Sabe que volverá.
Y será más que princesa…
Juan Manuel Sánchez