El Gobierno de Pozuelo toma la decisión correcta en el caso de los inmigrantes y refugiados sirios y deja a Somos Pozuelo sin moción para el Pleno del 17

El debate y crisis humanitaria de los inmigrantes y de los refugiados, que están presionando a Europa, se ha convertido en un arma política arrojadiza en España aprovechando la sensibilidad de los españoles y la cercanía de dos importantes elecciones: las autonómicas catalanas y las generales.
Ya hay partidos y coaliciones políticas que se están beneficiando del dolor humano para hacer campaña política de ello con exhibiciones impropias que no arreglan el problema (lo del ‘Refugees Welcome’ es bastante patético), porque todo este proceso lo que necesita es frialdad, unidad de acción, coordinación de esfuerzos y articulación de estrategias. Sobre todo en este país que ya de por sí está sufriendo un gran agobio por ser frontera de la UE por el Sur.
Está claro que España debe de hacer un esfuerzo y ayudar en la medida de sus posibilidades a todos estas personas pero dentro del plan europeo de acogida a refugiados que huyen de la guerra de Siria. Pero debe hacerlo el Estado como miembro de la política de la UE y a través de sus organismos e instituciones nacionales y en colaboración con el resto de las instituciones regionales y locales. Lo demás es demagogia.
La iniciativa individual, el generoso e indignado sentimiento de solidaridad, puede resultar inútil. Es inútil. Porque es a los Estados a quien corresponde articular esas iniciativas y poner todos los recursos posibles para, al menos, paliar los problemas que genera. Y no es fácil.
El primer problema, por ejemplo, es organizar los tránsitos, canalizarlos, realizar censos, conocer hasta que punto hay terrorismo infiltrado entre ellos y saber quiénes son inmigrantes y quienes refugiados. No es lo mismo una cosa que otra. A los refugiados, España está obligada a acogerlos. Acoger a inmigrantes es una decisión delicada y habría que hacerla con cierto tacto y talento porque podría significar un efecto llamada de perniciosas consecuencias.
Ya sé que es fácil decir papeles para todos. España tiene experiencia. Pero no parece que esa experiencia deba repetirse con cuatro millones y medio de parados. Una política irreflexiva sobre esta situación podría desencadenar, por poner otro ejemplo, el nacimiento de partidos políticos poco recomendables que surgirían al amparo de situaciones de descontento de la población española.
Es cierto, insisto, que hay que acoger a los necesitados, satisfacer lo básico para luego organizar el asentamiento mientras la guerra continúe y los países de origen sigan siendo inhabitables. Pero el final tiene que estar claro. Y ese final tendría que estar relacionado con la vuelta a sus países de origen de todas estas personas. Y es que el problema no es acoger a unas decenas de miles de personas en España, el problema es qué hacer con ellas cuando termine la euforia desatada.
Sé que, en este momento, habrá gente que me esté considerando una especie de desalmado. Que no soy políticamente correcto. Se equivocan. Estoy simplemente uniendo otros argumentos al debate. Reflexivos, dicho sea de paso.
Se está produciendo una inmigración de asentamiento en Europa de imprevisibles consecuencias y habría que empezar a reflexionar sobre ello porque si acaba consumándose, será irreversible. Y no parece que eso sea lo más deseado.
Por eso, ante la precipitada moción política del Grupo Municipal Somos Pozuelo solicitando al Pleno que Pozuelo se una a la red de municipios de acogida para refugiados de esa forma y manera que empiezan a acostumbrarnos a tomar medidas todos estos políticos reunidos en torno a Podemos, alabo la toma de postura coherente de la alcaldesa Quislant al señalar que el Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón se pone a disposición del Gobierno de la Nación y de la Comunidad de Madrid para prestar ayuda a los refugiados del conflicto sirio que se les pida. Pero nada más. Y nada menos.
La postura política de la alcaldesa Quislant es la correcta. Y no por ello es menos solidaria. Es la que toca. Y no se puede acusar a este Gobierno, precisamente, de insolidario. Ni a sus vecinos.
Lo que sí conviene es un toque de sindéresis y, en este caso, la alcaldesa de Pozuelo lo ha puesto.
El Capitán Possuelo