Si yo fuera candidato a la alcaldía de esta ciudad por el partido Pozuelo Prestigio (III)

(30-07-15) (Vuelve aquí la serie repeticiones -redifusión se llama ahora- de artículos publicados hace tiempo, cuando empezaba este periódico y no tenía su actual difusión, y que pienso que pueden ser interesantes para que algunos lectores actuales sepan de su línea editorial o, sencillamente, de mi opinión sobre temas relacionados con Pozuelo de Alarcón. Es tiempo de vacaciones y también sirven para descansar ya que la próxima temporada se presenta apasionante. El Capitán Possuelo).
Hay tantas ideas interesantes sobre políticas novedosas aplicables a Pozuelo de Alarcón que, lo que empezó siendo un pasatiempo, va a terminar siendo casi un programa político real.
Hoy, por ejemplo, me apetece dar mi punto de vista (lógicamente, el de mi utópico partido Pozuelo Prestigio) sobre algo que ha sido el gran leitmotiv de la política del Gobierno actual de esta ciudad. Hablo del IBI, la principal fuente de ingresos de las arcas municipales tras la caída de la construcción.
En política tradicional, el IBI siempre ha sido un recurso político importante. Se sube o se baja a conveniencia del Gobierno municipal de turno. Normalmente, se sube a principio de la legislatura y se baja a finales ya que se suele usar como arma electoral. Pero esto, insisto, es normal en política tradicional y en pueblos y ciudades normales. Si será norma que se aplica en Pozuelo y Pozuelo no es una ciudad normal. Es otra cosa. O queremos que sea otra cosa.
El IBI no es un impuesto que grave los ingresos o la situación patrimonial de los sujetos pasivos sino que grava sus bienes inmuebles por lo que no es lo que se dice un tributo equitativo, aunque si es cierto que se paga en función de los metros cuadrados que tiene el propio inmueble objeto de impuesto. Pero eso no es suficiente para ser justo. O, al menos, para Pozuelo Prestigio.
Y no lo es porque la Ley concede a los Gobierno de los Ayuntamientos la capacidad de fijar el “tipo impositivo” y las “bonificaciones potestativas”. No es mucho pero si es suficiente para que los Gobierno puedan ‘jugar’ políticamente con él.
Y en esto es donde radica la novedad política del hipotético partido Pozuelo Prestigio. En Pozuelo Prestigio en el Gobierno buscaríamos todos los mecanismos legales para aplicar la ley con imaginación. Porque, en Pozuelo, no se puede aplicar el IBI de la misma manera que se puede aplicar en cualquier otro pueblo.
En Pozuelo de Alarcón, bajar o subir 70 euros al año, que es la media que se aplica a los contribuyente pozueleros, no tiene sentido. A la mayoría de los vecinos de Pozuelo 70 euros al año no es nada. Ya es sabido que los que tienen pisos o chalet caros pagan más y, por supuesto, pagan menos los que tienen pisos pequeños. Pero para los vecinos de mayor nivel económico, aunque sea el doble la cantidad impositiva, no significa nada. La mayoría tiene sus chalet a nombre de empresas y eso es pecata minuta. Sin embargo, hay propietarios de viviendas para los que 70 euros al año ó 50 ó 90 sí son cantidades importantes y les afecta seriamente que suba o baje su IBI. Porque, en Pozuelo, también hay gente así aunque todo lo tape el oropel. Pozuelo es diferente.
Aquí hay gente muy rica y gente muy pobre. O, al menos, pobre. Y yo creo que el Gobierno del Ayuntamiento debe usar todos los medios a su alcance para equilibrar ese desfase económico en lo posible. En lo posible. Y el IBI sirve. Si se protege a las familias numerosas y a los propietarios de viviendas de protección social, ¿por qué no hacerlo también con los parados de larga duración o con aquellas personas cuyos ingresos mensuales no llegan siquiera al salario mínimo interprofesional? Y pongo sólo estos ejemplos porque estoy seguro de que los expertos podrían sacar más.
Vienen tiempos nuevos. Y más, a nivel de política local. En política local ya no se puede gobernar aplicando generalidades. Eso es viejo. La política local no ha tenido Transición y se sigue gobernando a la vieja usanza. Ahora, hay que gobernar para y por el individuo. Se acabaron las generalidades. La cercanía es base de Gobierno local pero de verdad. Entre otras cosas, porque se puede. y Pozuelo Prestigio quiere. La tecnología lo permite. Sólo se necesita voluntad política y trabajo. Y Pozuelo no es tan grande.
Pozuelo de Alarcón, con cosas así, sería algo más que una gran ONG en política social.