Esperanza Aguirre cree que tiene más poder del que realmente tiene y le echa un nuevo pulso a Rajoy, que perderá
(09-03-15) Mariano Rajoy se vio forzado , el viernes pasado, a dar salida a un problema que se enconaba por momentos en el partido, en los medios y en los votantes del PP. Me dicen, incluso, que le filtraron que, hoy lunes, habría más ‘madera’ contra González (de hecho hay hasta grabaciones) y, ante la defensa numantina del Presidente de la Comunidad de Madrid, Rajoy no quería ni un sólo escándalo más en Madrid. Necesitaba cortar y cortó. Era una inusual hora de un viernes. Pero cuanto antes, mejor.
El problema fue que, con las prisas, dejó un fleco sin atar. Lo había tratado pero no lo había cerrado del todo. En el nombramiento de Esperanza Aguirre iba el condicionante de que dejaría la presidencia del PP en la Comunidad de Madrid cuando fuese alcaldesa y Aguirre había aceptado. Pero las circunstancias tras el caso del ático de González habían cambiado. Y Cospedal, cuando llamó a Aguirre, no cerró que esa dimisión tendría que ser inmediata. Ahora. Rajoy quería ya mandar en las listas y en las candidaturas de las grandes ciudades madrileñas.
Pero Aguirre ya estaba nombrada y ensoberbecida y dijo que, por ahí, no pasaba. La candidata a la alcaldía de Madrid quiere sentirse arropada por los suyos hasta que pueda afianzarse de nuevo en política y no quiere dejar la presidencia del PP en estos momentos.
Y ese es el nuevo problema del PP. Aguirre con la nominación en la mano se siente fuerte y capaz de echarle un nuevo pulso a Rajoy. No piensa dejar la presidencia del PP de Madrid. Al menos, por ahora.
Pero Esperanza Aguirre se equivoca. Una vez más se equivoca. Su postura es un error. No hay vida para ella fuera del PP. Perderá. Éste es un órdago de mala política. De soberbia. De creerse la reina del mambo. De pensar que, porque ya está nominada, es poderosa. Está tan segura de ganar las elecciones en Madrid que no piensa en las consecuencias de lo que puede significar perderlas. Y está más cerca de perderlas que de ganarlas.
Vale, supongamos que no cede, que no deja la presidencia del PP madrileño y que gana las elecciones en contra de la voluntad de Rajoy. El triunfo, por supuesto, se lo apuntará Rajoy que la eligió candidata. Y, entonces, le hará cumplir su compromiso de dejar la presidencia.
Pero si pierde, sobre ella caerá el diluvio universal. Además, no la veo yo de líder de la oposición en el Ayuntamiento. Es demasiado soberbia y no sonará la flauta de un nuevo ‘tamayazo’.
Supongamos ahora que cede la presidencia del PP y gana las elecciones. Por supuesto, siempre se apuntará Rajoy la victoria, pero desde la alcaldía podrá recomponerse y mantener viva su carrera política. Se lo permitirán.
Sin embargo, si pierde, Rajoy la arropará y no la dejará ser oposición en el Ayuntamiento de Madrid. La rescatará para algún lugar más acorde a su trayectoria. Así es la política y a ella se le ha olvidado.
También hay otras dos salidas a esta negativa. Una, que Rajoy le haga un ‘tomasgómez’ y se la cargue por las bravas. Puede hacerlo sin problema. Y dos, que lleguen a un acuerdo. Creo que esta será la solución para no continuar con la sangría de votos. Pienso que Esperanza no dejará la Presidencia del PP madrileño pero dejará sus funciones en manos de una gestora virtual, que será quien haga las listas.
Rajoy necesita limpiar el PP de Madrid. Porque, se quiera o no, el PP de Esperanza Aguirre ha tenido Gurtell y Púnica más los sustos de Ignacio González. Y Mariano ya no quiere más. No lo soporta más. Y para ello necesita tomar el poder en el partido para hacer la limpia de verdad. Es así. El aire del PP de Madrid está viciado y hay que abrir las ventanas. Y Rajoy lo hará por encima de la campana gorda.
Y Esperanza cederá salvo que quiera volver a ese ridículo papel de buscadora de talentos. Es entendible que ella quiera salvar la cara. Es algo muy habitual entre la vieja clase política.
Por cierto, que suena raro que la hayan hecho candidata sin examinarla antes, como ella exigió a algunos alcaldes.
La Tarántula