Pedro Sánchez, Rafael Simancas, Ángel Gabilondo y la patada al avispero del PSM

(17-02-15) Creo que el pozuelero Pedro Sánchez se está equivocando. Mucho. Es cierto que da por amortizada estas elecciones y que ya piensa y trabaja de cara a las generales pero se equivoca. En Madrid, especialmente.
Vale que Sánchez se cargó a Tomás Gómez porque era un desastre, aunque los que ahora le llevan a la hoguera nunca tuvieron lo que había que tener para plantarle cara, pero de eso a no volver a convocar primarias para sustituir al cesado y colocar a dedo a un señor que no es del partido, que no es político, que no le conoce nadie y que su hermano, encima, ya pertenece al pleistoceno de la radio, va un mundo.
Muy poca gente, en el PSM, está dispuesto a que los Ángel Gabilondo de turno vengan de la nada y se hagan con una representación que solo Ferraz les ha dado. Sin más. A dedo.
No sé quién habrá aconsejado a Sánchez pero lo que menos le interesa al Secretario General socialista es imponer sus criterios en Madrid. A las bravas. Va contra lo única piedra sobre la que el PSM podría iniciar su reconstrucción: la participación de los militantes y simpatizantes.
Si Sánchez quiere conquistar a los socialistas madrileños en plan Julio César quería conquistar la aldea de Asteix, fracasará. El PSM es la aldea gala del PSOE. Irreductible. Ilógica. Diversa. Loca. Ni siquiera González pudo con ella. Ni Zapatero. Ni Rubalcaba. Ni Trini. Y ahora, menos, si, además, Pedro le da por escribir con reglones torcidos.
Es cierto que tiene que destruir sus entramados. Abrir las ventanas de la plaza del Callao. Reducir a los irreducibles. Necesita al PSM. Pero solo lo podrá hacer desde la democracia interna. No desde el dedo. No desde un paso atrás. No desde el ordeno y mando. Con esa técnica, Sánchez solo conseguirá que los líderes de sus múltiples facciones prefieran que pierda el PSOE con tal de que no gane Sánchez.
Si Sánchez quiere salvar al PSOE no tendrá más remedio que reconstruir el PSM desde abajo. Pero no saltándose la reglas o aplicando la letra pequeña. Pedro no puede, para empezar, poner a los lobos a cuidar del rebaño. Y lobos son Simancas y compañía, gente a los que ya quitó Zapatero para poner a los que él quita ahora. Círculos viciosos. Error.
Lógicamente, la presidenta del Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea de Madrid Amparo Valcarce ya ha saltado a la arena para protestar. Reclama coherencia. Quiere primarias. Dice, y con razón, que si el candidato socialista quiere salir a competir en unas elecciones, necesita un plus de legitimidad y ese plus, dice Valcarce, debe ser «la fuerza de los votos y el apoyo de los militantes». Vendrán otros.
Pero hay más, Valcarce ha corrido un telón que ha dejado a Pedro Sánchez y a su Comisión Gestora con los pantalones en los tobillos: Hay tiempo para hacer primarias en Madrid. «Si se quiere, se puede», porque faltan 100 días para las elecciones municipales y autonómicas y es posible estatutariamente hacer un proceso electoral con garantías. Es un argumento difícil de rebatir.
El problema, además, es que Simancas no tienen argumentos de defensa. Sabe que lo está haciendo mal y que sólo quiere hacer la pelota al Secretario General. A fin de cuentas, lo sacó del ostracismo. Pero, cuando defiende el dedazo, se le nota falsedad. Y a más lo argumenta, más se equivoca.
No se participa en la elección de un candidato votando unos militantes, que votan a otros militantes que elevarán el resultado a otros militantes y que, finalmente, serán otros militantes los que decidan. Eso no es de recibo. Y Simancas lo sabe. Y alguien le debería decir a Pedro Sánchez que se equivoca.
Se va a meter con Gabilondo y con Simancas en un avispero y, encima, le dará dado una patada para cabrear a las avispas.
Desastre total. Sánchez no se comerá el turrón como Secretario General. Al tiempo.
La Tarántula