El Ayuntamiento de Pozuelo debe tener vocación de ‘vaca’ para algunos pozueleros

(22-o7-14) Un dato para empezar: en Pozuelo de Alarcón hay 192 asociaciones o, al menos, 192 son las que están recogidas en el Portal de Transparencia de la web del propio Ayuntamiento. Lejos de mí, por supuesto, cuestionar ni su necesidad ni su idoneidad ni, siquiera, su capacidad. Éste es un país libre y cada uno se monta su asociación como le viene en gana. Y me da igual, de verdad, que haya 192 como 1992. Exactamente igual. Si eso tranquiliza conciencias o entretiene al personal me parece muy sano. Posiblemente, en septiembre, yo también crearé una asociación para el estudio de ‘La influencia de los perros cangrejeros en la vida monástica del siglo XVI en Pozuelo de Alarcón’. Me interesa el tema y si, de paso, consigo una subvención del Ayuntamiento, miel sobre hojuela. Téngase en cuenta que de las 192 asociaciones recogidas, 89 están subvencionadas con diversas cantidades y participar cuesta poco. El importe, si tienen interés, lo pueden ver también en el Portal de Trasparencia y, si tienen paciencia, hacer la suma.
Y de esas subvenciones es de lo que quiero hablar. Hoy, quiero llamar la atención sobre un tema que, aunque ha recibido hace poco tiempo una reforma muy saludable, creo que necesitaría otra vueltecita pero como concepto. Como filosofía en el control del dinero público. Una nueva reforma basada mucho más en la personalización de la subvención aunque ello lleve mucho más trabajo.
Pozuelo es un pueblo rico. O, al menos, en él viven muchos ricos. Y, a veces, el Ayuntamiento tiene complejo de culpabilidad de ello. En España se da mucho y en muchos ámbitos de la política. Solemos tener conciencia escrupulosa para ciertos temas ‘sociales’. Y ese complejo lleva al Ayuntamiento a satisfacer algunas demandas monetarias y de otra índole poco sensatas por caprichosas o tarambanas aunque muy provechosas para algunos pozueleros.
Viene a cuento este tanteo que hago sobre la ‘teta presupuestaria’ y la vocación de ‘vaca’, que para algunos debe seguir teniendo el Ayuntamiento, a causa del planteamiento que acaba de hacer el PSOE de Pozuelo en relación a las AMPAS.
Según los socialistas, los recortes efectuados en educación en los últimos años han afectado seriamente a la igualdad del alumnado pozuelero y han sido los diferentes centros los que se han visto obligados a poner en práctica alternativas para hacer frente a la disminución de las partidas de manera que no afecten a los niños y reducir la desigualdad. Y para ello propone al Equipo de Gobierno ampliar las dotaciones económicas a las AMPAS de los diferentes centros públicos de Pozuelo. Los razonamientos que da para ello no los transcribo porque son absolutamente clásicos de la izquierda y, por qué no decirlos, demagogos. Típica oposición de barra de bar o, en este tiempo, de terracita.
Y es que no todas las AMPAS de Pozuelo tienen las mismas necesidades (no hay que generalizar, señor Cierco) aunque el Ayuntamiento, para curarse en salud, haya repartido las subvenciones a todas por igual. En 2013, con 7.600 euros cada una. Mal hecho. No creo que todas tengan los mismos problemas económicos, ya que algunas estarán formadas por padres sin ningún problema económico. Digo yo. La política generalizada ya es un viejo concepto y debe dejar paso a política personalizada.
Me parece bien, en cambio, eso que dice el líder socialista (dimitido in pectore) sobre la solución de sus problemas que se están dando así mismo los propios colegios y sus propias AMPAS. Es fantástico. Esa debería ser la norma y la subvención la excepción. Me parecería estupendo que fuesen las propias AMPAS con graves problemas las que soliciten esa ayuda puntual. Una a una y con justificación. Lo demás, señores, es buscar la ‘teta presupuestaria de la vaca’. Y hace tiempo que la ‘vaca’ se murió. El dinero público es sagrado y, a partir de ahí, es posible que avancemos en la regeneración política.
Es cierto, por otra parte, que el Ayuntamiento, como dice el señor Cierco, tiene superávit. Pero lo tiene como consecuencia de su mala planificación presupuestaria (ya he dicho muchas veces que el superávit es para las empresas privadas, no para las instituciones públicas). Y también es cierto que tiene que gastarlo, pero eso no es óbice ni cortapisa para pedir que se gaste haciendo una oposición facilona, fatua y generalizada con la que cubrir el expediente en espera de las decisiones que tome el nuevo Secretario General que, además, conoce bien la Agrupación.