Somosaguas es el gueto universitario de Pozuelo
(26-03-14) Hay que reconocer que cuando el franquismo decidió traer, a finales de los 60, la Facultad de Económicas desde el Campus de la Ciudad Universitaria de la Complutense al Campus de Somosaguas de Pozuelo de Alarcón, sabía lo que hacía. La alejaba del meollo de las protestas de entonces y la aislaba del mundo.
Económicas, en aquella época, estaba al final del Campus, cerca de la Facultad de Derecho, en un edifico al que llamábamos ‘Galerías’ porque se parecía al edifico de ‘Galerías Preciados’, unos grandes almacenes muy famosos que había en la Plaza de Callao. Viejos recuerdos de cuando un servidor quería cambiar el mundo.
El caso es que el franquismo dividió el frente estudiantil que formaban Económicas y Derecho y, con ello, debilitó la protesta de aquellos años contra la dictadura. Después, viendo el éxito obtenido, fue trayendo a otras facultades ‘guerreras’, como Ciencias Políticas y Sociología o Psicología, y creó el auténtico gueto universitario del Campus de Somosaguas.
Y ahí sigue. Montando pollos aunque mucho más violentos que en aquella época pero con el atenuante de pasar desapercibido para el mundo. El Campus de Somosaguas es una especie de Soweto del Siglo XXI, una extraña república independiente tomada por antisistemas, perroflautas y otras tribus urbanas, que imponen su dictadura cuando les parece bien pero que, a su pesar, no tienen ninguna influencia en la sociedad española, ni madrileña ni pozuelera. Cuando les parece hacen barricadas, cierran las clases e imponen sus normas, con su propia ‘policía’ en forma de piquetes chavistas. Ellos mandan.
A Pozuelo, por supuesto, le importa un carajo lo que hagan y, para la Delegación del Gobierno, Somosaguas está muy lejos. Si a eso unimos que los profesores se montaron su propia ‘Finca’ a escasos cien metros del gueto con lo que pueden ver, incluso desde sus propias casas, como está el ambiente en el Campus para decidir bajar o no, asunto resuelto.
Por supuesto, los estudiantes normales, que los hay, que pagan sus matriculas y quieren estudiar, se mantienen al margen y resignados. ¿Qué pueden hacer? Nada. Ajo y agua. Alguna vez viene la policía y quita las barricadas que ponen estos ‘indignos’ y se acabó. Después se van. Porque, si entran en el Campus, la denuncian en base a una vieja costumbre que amparaba a los perseguidos y consideraba a la Universidad tierra de asilo. Para eso son tradicionalistas.
Habrá que esperar a que surja un ‘Nelson Mandela’ propio que entienda que la Universidad no puede ser refugio de maleantes sino que forma parte muy importante de la sociedad. No creo que haya otra solución. Y eso que esta trasnochada ‘rebeldía’ nos cuesta a los españoles un buen dinero mantenerla.