El Fantasma de don Agustín aventura, con su experiencia, la huída que habrá en Pozuelo en fechas próximas: La condición de la mayoría de los políticos es siempre abjurar del líder caído
Aquí ya van quedando pocos espíritus valientes.
Pocos, muy pocos son los que deciden no seguir callando y correr el riesgo de verse señalados con el dedo, los que todavía son capaces de decir lo que sienten y no ceden a las presiones que les obligan a tener que sentir lo que dicen.
No sé lo que se le pasó por la cabeza el otro día al presidente de Aragón Javier Lambán, cuando dijo lo que, sin duda, sentía. No sé si fue un acto deliberado de íntima rebeldía o que su subconsciente le terminó por jugar una mala pasada. Pero, en cualquier caso, fuese lo que fuese, lo que pasó resultó fugaz.
La maquinaría del “aparato” no tardó en ponerse en marcha y le fue difícil, sino imposible, resistir a su empuje. Luego, palabras para tratar de aclarar lo que ya había resultado muy claro para muchos.
Pero, aunque fugaz, se agradece y se reconoce el gesto.
Se agradece y se reconoce porque lo habitual es seguir aplaudiendo al jefe, diga lo que diga o haga lo que haga, porque no hacerlo supone hacer frente a un miedo irreprimible a quedarse sin el puesto, a quedarse expuesto a la intemperie.
En eso, nada más que en eso, tiene su raíz lo que antes se denominaba la “lealtad inquebrantable”. Y que, como todo el mundo está harto de saber, dura hasta que se empieza a percibir que al jefe le queda poco tiempo en su puesto.
Es entonces, y solo entonces, cuando empieza a percibirse la desbandada, cuando empiezan a hablar los que hasta ese momento habían permanecido callados, cuando se comienza a decir en público lo que antes únicamente se comentaba en privado. Cuando se empieza a abjurar de lo que, hasta ese momento, se profesaba con total entrega y absoluta dedicación.
Seguro que alguno dirá que todo ello es, sin duda, fruto de la condición humana. Podría ser, no les voy a decir que no, pero de lo que no tengo la menor duda es que, al menos, es consecuencia directa de la condición de la mayoría de los políticos.
Ejemplos de cuanto les digo los hay a manojillo y, si quieren tener alguno más cercano, tanto en la geografía como en el tiempo, no tienen nada más que esperar unas semanas. Los primeros meses del próximo año pueden ser apoteósicos en la villa.
Mientras eso llega, voy a intentar aprovechar esta semana de “puente”. Creo que lo único interesante que va a pasar es el montaje del tradicional “belén”. Al menos estaré entretenido y no me quedará mucho tiempo libre para reflexionar sobre el poco respeto democrático que, a las formas, se ha tenido en lo que respecta a los trámites a seguir para la, más que probable, aprobación del presupuesto municipal.
¡Ah, y sigan disfrutando de la iluminación navideña!
Todo sea, para que no se pueda decir que a los políticos que dirigen nuestra villa les faltan luces.
Don Agustín “el Fantasma del Torreón”