Continuamos a bingo con los “descolocados” del Ayto de Pozuelo: Del resto de esos politiqueros que no tienen claro si el PP de Ayuso va a seguir contando con ellos y ¡ay! parece que será que no
El viernes pasado (aún puede leerse en la portada del periódico) comentaba las posibilidades de los concejales y los eventuales (a los que llamé delicadamente “descolocados”) del PP en el Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón de repetir en sus cargos ahora que se ha abierto el melón del Congreso Regional del PP que elegirá, sin duda alguna, como presidente a Isabel Díaz Ayuso, con todo lo que lleva consigo de regeneración del Partido Popular…
(Incluyo a los concejales y eventuales de Ciudadanos Pozuelo, que no se me olvide)
El caso es que toda esta tropa, insisto, se encuentra descolocada porque, hasta hace unos meses, aún pensaban que, en el PP y más en el PP de Pozuelo, nunca pasaba nada. El tancredismo de Rajoy, decía el otro día, era ya un valor inalterable en el Consistorio y en la propia sede de la Calle Las Flores. Y a las pruebas me remitía de lo que es ahora en realidad: El Ayuntamiento está en ruinas y la Agrupación pepera agonizante por no decir muerta.
Y, a partir de ahí, empecé a hacer una hipotética lista de descolocados. Pero comenzando, para dejar las cosas claras, por los que ya no están “descolocados” debido a que, por unas u otras razones, ellos se ven fuera del Ayuntamiento.
Hablé de Susana Pérez Quislant, Eduardo Oria, Paquito Melgarejo, Eva Cabello y Vicky Wharrier…
Este póker de joyas políticas ya tiene claro que no van a seguir en el Ayuntamiento con lo que más que descolocados habría que llamarles “sin colocación”.
Pero quedaban concejales de Gobierno. En concreto, seis. Seis joyas también de la política. Algunas, incluso, con una capacidad digna de tesis doctoral porque siguen en el Gobierno de Pozuelo desde los tiempos de Jesús Sepúlveda. Y ya llovió.
Pero vayamos por partes, que diría Jack el Destripador…
Y empecemos por Pablo Gil, un personaje que en 2023 llevará 20 años de concejal en el Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón (vaya toalla) pero que no pasará a la historia de esta ciudad. No pasará, no. Habrá ganado más de un millón de euros pero lo único, por lo que algún vecino le recordará, es por su soberbia y mala uva, esas cualidades propias de los débiles que tienen mucho que perder.
Eso sí, Gil podría haber jugado durante estos 20 años en la NBA por lo bien que maneja la pelota… Es un pelotero de cuidado. Sería capaz de sacar al perrito de la alcaldesa y recoger sus cacas con tal de que Quislant le diera una palmadita en la espalda o que le hiciese soñar que podía seguir. Pero no seguirá. Si no seguirá ELLA, él menos.
Yo le recomiendo que busque un puesto de profesor en alguna universidad privada para dar clases de la asignatura que domina: “Cómo mantenerse de concejal 20 años en un Ayuntamiento sin pegarle un palo al agua o cómo humillarse ante los alcaldes que le desprecian con una sonrisa”. Todo un arte.
También podría trabajar en una fábrica de fajas… Es el tío que más ha doblado el espinazo en toda la historia de Pozuelo sin que le duelan las lumbares.
A Pablo solo le ha faltado en su currículo de concejal ser “jesusero”. O sea, el concejal que dice “Jesús” cuando estornuda el alcalde. Aunque creo que lo está haciendo gratis y sin la titulación debida con Susana Pérez Quislant.
La siguiente de la lista es Mónica García Molina. Esta mujer empezó a cobrar del Ayuntamiento como eventual en la primera legislatura de Jesús Sepúlveda y, de ahí, pasó a ser concejal en 2007. 20 años de nada viviendo del Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón y sacándose otro milloncejo en sueldos como Pablito Gil.
Eso sí, nunca vivió en Pozuelo de Alarcón. Ella lleva 20 años viniendo a trabajar al Ayuntamiento de Pozuelo como a la que destinan a trabajar en una sucursal de un banco de la provincia.
Pasará a la historia de Pozuelo por la decoración de la llamada Rotonda de Mónica o del “YuYu”, por las viejas traviesas de vía de tren que aparecen cruzadas en el mismo centro de dicha rotonda que, dicho sea de paso, es ya la entrada principal de la ciudad.
Como a Gil, solo le ha faltado ser “jesusera”. Aunque las malas lenguas dicen que lo empezó haciendo con Sepúlveda cuando era eventual.
Turno de Almudena Ruiz Escudero. La “hermanísima”, como se la conoce, también está de concejal desde 2007. La nombró Jesús Sepúlveda obligado por el pacto de su hermano con Esperanza Aguirre y por el que algunos integrantes del PADE volvían al PP.
De esta mujer tampoco se puede decir nada bueno. Será recordada en Pozuelo por ocupar una vivienda del Ayuntamiento (le tocó, curiosamente) siendo concejala. Y también por cobrar, siendo también concejala del Ayuntamiento, un premio por natalidad. Bueno, lo cobró su marido con lo que se demostraba que hubo intención malévola de hacerlo.
Hace tiempo que tenía que haber salido del Ayuntamiento pero aguantó. Creo que ahora es el final. El final, venga su hermano de alcalde o no.
Si viene, porque será un escándalo que siga y, si no viene, porque el que venga la largará…
Lo mismo encuentra trabajo en un intercambio de cromos.
A David Rodríguez, el hecho de ser concejal de Pozuelo, le ha partido el espinazo profesional. No se puede llegar tan pronto a ganar tanto dinero. Lógicamente, acostumbrado al sueldazo que tiene (por encima de los 70.000 euros anuales) luchará a “bocaos” por seguir si es necesario… Pero, insisto, no se puede llegar tan pronto. ¿Qué se puede aportar a la política con tan poca experiencia de la vida?
David es un ejemplo más del “mal de las Nuevas Generaciones del PP”. No sabe nada de la vida pero ya manda un “güevo”. Ya ha llegado a su cénit. Alguna vez he dicho que está en primero de Pablo Gil. Y, aunque viva muy bien 20 años de la política (cosa poco probable porque lo de Gil es una excepción), hay un momento en que uno ya no sirve ni para “tacos de escopeta” y aún le faltan muchos años para la jubilación…
Lo mejor que le podría pasar a Rodríguez (y creo que le va a pasar) sería volver a la vida civil y trabajar en lo suyo, como ingeniero, si es que aún se acuerda de algo… Tiempo tendrá de volver a la política.
De Luis Magide y de Ana María Rodríguez tengo poco que decir. No son nada. Llegaron a su acta de concejal por ser amigos de la alcaldesa Quislant. Luis por la amistad de su hijo (el pichichi de Pozuelo) con el hijo de Susana y Ana María llegó porque le aguantaba las “neuras”.
Luis Magide no fue nada nunca y la concejalía le vino grande desde el minuto 1. Hoy no es nada. La alcaldesa lo desprecia. Eso sí, en su currículo quedará que fue 4 años concejal de Pozuelo.
Ana María Rodríguez sí era una buena profesional en la vida civil. Como concejal es otro desastre del tamaño de una catedral. A ella, en cambio, haber sido concejal de Pozuelo con la alcaldesa Quislant no creo que le venga bien en su carrera profesional.
Y, vaya, otra vez que me quedo sin espacio…
Otro día, aclararé el futuro político de los concejales de Ciudadanos Pozuelo y del rebelde sin causa… Me lo deben.
Amén.
El Capitán Possuelo