El inusitado lenguaje gestual de la alcaldesa de Pozuelo que delataba su estado ‘psicopolítico’ mientras, impune, “golpeaba” a la Oposición en el absurdo Debate sobre el Estado del Municipio
Empezaré diciendo que no vi el Debate sobre el Estado del Municipio del viernes pasado en directo. Hace tiempo que dejaron de interesarme. Pantomima. Pero desde media mañana, me empezaron a llegar mensajes sobre la escandalosa segunda intervención de la alcaldesa de Pozuelo Susana Pérez Quislant… Sobre su intervención terapéutica. Esa que usa, cada año y por una sola vez, para ajustar cuentas con la “mardita oposició” y que a ELLA le sirve de terapia para solucionar esos problemas de indigencia intelectual y política que la traen a maltraer…
Le sienta tan bien…
Y ante tanta insistencia de los lectores y amigos, a media tarde de ese mismo viernes me preparé un maravilloso té verde con naranja y canela con pastitas y me puse a ver y escuchar a la ínclita alcaldesa…
Y ciertamente vi como protagonizaba un espectáculo entre estrafalario y grotesco, digno de una película de Berlanga (ese pozuelero universal abandonado por su propio Ayuntamiento en el centenario de su nacimiento) pero con un punto de macarra.
Lo primero que vi nada más abrir la grabación del Pleno fue que Susana Pérez Quislant ocupaba el centro del estrado presidencial cuando ELLA no era la presidenta del debate… Todo un primer síntoma demostrativo de que ELLA era quién mandaba. Ego sum qui sum.
(Debería hacerse mirar ese comportamiento porque con ello lo único que demuestra son debilidades)
Recuerdo que, al principio, cuando ELLA tenía pudor y no se sentía tan insegura, en un día como el de ayer, se situaba en un escaño como si de una portavoz más se tratase. Este año, al menos, no. Este año, ELLA estaba en el centro y su valido Eduardo Oria, que presidía el debate, estaba a su izquierda.
Era curioso ver como Oria pedía permiso visualmente a Quislant cada vez que tenía que intervenir… Era tan divertido como bochornoso.
Este es un ejemplo claro:
A la derecha de ‘dios-madre’, por otra parte, estaba el secretario del Pleno Gonzalo Cerrillo (primer jefe de la alcaldesa, según dijo ELLA, y por eso se lo “trajo” a Pozuelo) y sobre el que yo mantengo desde hace tiempo la presunción de inocencia, como no podía ser de otra manera. Otros vendrán que echarán cuentas. Me pasa igual con Pepeluis San Segundo o Sansegundo, que nunca sé muy bien como se llama. Hay tiempo para todo dice el Eclesiastés…
Pero vayamos por partes que diría Jack El Destripador…
Como hoy no tengo ganas ni tiempo para ir analizando todas las mentiras, medias verdades, falsedades y disimulos que dijo esa portavoz o lo que fuese Quislant del PP en el debate, mi análisis de su terapéutica intervención será solo gestual… Simplemente haré una ligera descripción de su comportamiento corporal y gestual. Fue todo un tratado ‘psicopolítico’.
En esta segunda intervención que, como decía, cada año le sirve de terapia para solucionar esos problemas de indigencia intelectual y política y sentirse importante, la encontré muy insegura… Muy insegura… Aparentaba firmeza, solidez y estabilidad en su palabra pero sus gestos mostraban lo contrario… No sabía qué hacer con las manos y con los brazos y su gesticulación mostraba una gran inseguridad junto a debilidad, endeblez e inestabilidad…
Quislant, pese a saber que estaba golpeando a la Oposición de una manera inmisericorde desde la mayor impunidad dictatorial que le producía el ROP chavista, aparentaba los tres miedos de los malos políticos… Miedo a que se dieran cuenta de que solo decía tonterías… Miedo a que se dieran cuenta de que mentía… Y miedo a que se dieran cuenta de que tenía miedo… Era todo un espectáculo…
En los 30 minutos (+/-) que duró su terapéutica intervención, ¿a que no saben cuantas veces cogió los folios del montoncito de la derecha y de la izquierda, alternativamente, y los golpeó contra la mesa para cuadrarlos?
Shss… tras, tras, tras…
Era un gesto inconsciente pero revelador. Los desordenaba primero, buscando citas y apuntes para, rápidamente, volverlos a ordenar en un movimiento irreflexivo… Shss… tras, tras, tras…
Y lo hacía una y otra vez… Una y otra vez…
Habiendo empezado a contar tarde (comencé cuando el gesto me llamó la atención) lo hizo 52 veces… 52 veces en 30 minutos. 1,7 veces cada minuto. Hablaba y hablaba pero no podía dejar las manos quietas que, instintivamente ordenaban los folios… Y a más lo hacía para mostrar su seguridad, más inseguridad manifestaba… Terrible sufrimiento interno debería tener…
En un momento dado me pareció observar que, a mayor mentira decía, más rápidamente ordenaba los folios y con más fuerza golpeaba la mesa. Era algo inenarrable…
Shss… tras, tras, tras…
Hubo momentos delirantes que ya iremos contando…
Era un todo un espectáculo ver como atacaba a la izquierda pozuelera con argumentos de política nacional… Le encanta la política nacional. En esos lugares comunes del argumentario pepero se siente feliz… Todo era de aurora boreal y yo volvía a acertar en la previa que escribí al asegurar que usaría esos argumentos…
Y, según hablaba, venga a darle a los folios… Los juntaba con las manos y Shss… tras, tras, tras…
Era divertido ir contando las veces que lo hacía. Y ELLA feliz. Como se sentía a salvo porque no habría réplica ni dúplica, pegaba y pegaba pero, curiosamente, siempre lo hacía desde detrás del ‘árbitro Oria’, como en aquel combate de la película de Charlot, ¿se acuerdan?
Y vuelta a los folios… Shss… tras, tras, tras…
Pero todo daba igual. ELLA se mostraba feliz. La terapia de la leña inmisericorde a la Oposición había tenido efecto.
Si le habría sentado bien la terapia que llegó incluso a decir que, guste o no, ELLA ya forma parte de la historia de Pozuelo porque siempre será la alcaldesa de la pandemia…
Casi se me atraganta una pastita…
Manda güevos que, además de pagarle 80.000 euros al año, le estemos costeando su terapia ‘psicopolítica’…
El Capitán Possuelo