El Fantasma de don Agustín comenta que está a la espera de los nombramientos del Gobierno Ayuso y de las posibilidades de que esas nominaciones afecten a Pozuelo y a sus cargos
Sigo a la espera.
De momento, los diputados de la Asamblea de Madrid ya han recogido sus credenciales. Más tarde, creo que ya pronto, se constituirá el plenario y se podrá fijar la fecha en la que se proceda a la votación para elegir a la persona que se alce con la Presidencia de la Comunidad.
Los resultados de las elecciones dejaron muy claro que Ayuso, con los votos de sus diputados y con el apoyo o la abstención de los de Vox tiene más que asegurada su elección. Eso no despierta ninguna duda.
Lo interesante y atractivo vendrá, sin duda, después. ¿Quiénes serán los elegidos para formar parte de su gobierno? ¿Repetirán todos los actuales consejeros? ¿Habrá, por el contrario, descartes? Y en caso de que los haya, ¿quiénes serán los damnificados?
Porque eso de los nombramientos, más allá de las personas, conlleva también un claro sentido político. Y, en este caso, la lista de los consejeros puede dejar ver una línea política más o menos próxima a lo que se cuece allá por la séptima planta de Génova. Es decir, si el tándem Casado-Egea influye mucho o poco en la formación de dicho gobierno.
Y tras el nombramiento de los consejeros el de los altos cargos de las respectivas consejerías. No me atrevo a hacer apuestas sobre si serán muchos o pocos los cambios. Quedan menos de dos años para las próximas elecciones y es posible que se opte por llevar a cabo únicamente aquellos que se consideren imprescindibles.
Queda ya poco para conocerlo, pero los días se me están haciendo eternos.
Y si a mí se me están haciendo eternos, figúrense a otros.
Me refiero a todos aquellos que están esperando un carguito. Creo que algunos concejales populares de esta “Casa” andan soñando con algún nombramiento. A veces me recuerdan a los vecinos de ese pueblo imaginario de “Villar del Río” en la genial película de nuestro convecino, en la que cada uno de ellos, a su manera, espera recibir algo con la llegada de los americanos.
Unos sueñan con ser agraciados en el reparto y poder abandonar esta villa. Otros porque andan también esperando, a qué tras los nombramientos, por aquello de las incompatibilidades, corra la lista y se encuentren, de golpe y porrazo, en el pleno vallecano. Algunos lo tienen más fácil, otros no tanto.
¡Pero por soñar que no quede!
Y ya puestos, yo también sueño. Aunque no duerma, sueño.
No voy a caer en la tentación de relatarles su contenido. Soy, ¡que le voy a hacer!, un poco supersticioso, y no me gustaría que mi cháchara pudiese poner en peligro su realización
Únicamente les puedo confirmar que no sueño nada bueno para mí, sino para esta villa.
Don Agustín “el Fantasma del Torreón”