Cuaderno electoral: Pasen y vean cómo se monetiza el dolor, se cuestiona la presunción de inocencia y todo lo ensucian Montero y Lastra en el caso, ya juzgado, de Rocío Carrasco
El cuaderno electoral de hoy es propio del tiempo en que vivimos y en el que todo vale y en el que se monetiza el dolor, se cuestiona la presunción de inocencia y todo lo ensucia la política de unas irresponsables como Irene Montero y Adriana Lastra.
Y es que la fuerte apuesta de Telecinco por los dos primeros episodios de la serie documental ‘Rocío, contar la verdad para seguir viva’ le ha salido muy bien a Mediaset, ya que el testimonio de Rocío Carrasco tras 25 años de silencio se ha traducido en unos espectaculares datos de audiencia para el grupo de comunicación de Fuencarral-El Pardo.
El programa obtuvo un 33,2% de cuota de pantalla y fue visto por 3.787.000 espectadores, aunque vieron en algún momento la serie documental 9.597.000 personas. Por supuesto, fue lo más visto del domingo.
Además, también fue suyo el minuto de oro del día cuando a las 22.58 horas alcanzó un 30,4% de cuota de pantalla y 5.467.000 espectadores estaban atentos a lo que estaba contando la hija de Pedro Carrasco y Rocío Jurado.
La monetización de ese dolor le ha significado 200.000 euros por episodio Rocío Carrasco más una serie de colaboraciones hasta el millón de euros, según la revista Pronto. Un dineral. No se ha hecho público la cantidad que Telecinco ha pagado a Rocío Carrasco pero muchas son las teorías y las especulaciones aunque no haya datos reales al respecto.
Hay quién dice que cobrará más de lo que en su día cobró Isabel Pantoja, para acudir como concursante a ‘Supervivientes 2019’, que fue, según las malas lenguas, de más de dos millones de euros. Y dicen también que todo este lío es porque la hija de la Jurado está ‘tiesa’ como la mojama.
Pero lo que parecía un nuevo programa basura, tomó matices esperpénticos aunque no por ello menos graves. Tan graves que hasta la ministra de Igualdad Irene Montero publicó un hilo de diez tuits en su cuenta de Twitter en el que dictó sentencia: “El testimonio de Rocío Carrasco es el de una víctima de violencia de género”. Toma castaña. Lo ha dicho la ministra y punto pelota. Y vaya la presunción de inocencia por el aire.
La diputada de Unidas Podemos calificó directamente a su ex marido de maltratador a través de sus tuits.
Pero no fue la única diputada que acusó a Antonio David Flores de haber ejercido la violencia de género contra su ex mujer. “Su testimonio tiene un gran valor para visibilizar la violencia de género”, escribió Adriana Lastra, vicesecretaria general del PSOE. Que no nos falte nada Adriana.
Rocío Carrasco había culpado a Antonio David Flores de haber sido el causante directo de que sus hijos hayan llegado a odiarla. “Cuando nos separamos me dijo ‘te vas a cagar, Rociíto'”, aseguró en un momento de la entrevista.
El problema era que en el programa ‘condenaban’ a Antonio David pese a que la justicia le había dado la razón a él.
Tan grande fue la manipulación de esta izquierda antidemocrática y hembrista en campaña electoral que la propia ministra de Igualdad Irene Montero fue una de las invitadas “de honor” en la tarde del lunes en Sálvame.
Y tras una conexión por videollamada de casi 15 minutos, Irene Montero aseguró desconocer por completo las batallas judiciales de Rocío Carrasco y Antonio David Flores a pesar de su juicio de valor y condena.
Además dijo que ignoraba la sentencia que absolvió a Flores -por el momento- de un delito de “maltrato reiterado” hacia su ex mujer.
Montero había caído en la trampa y ante las preguntas de si había alguna posibilidad de reabrir el caso de oficio, la ministra, muy dubitativa, confirmó que no sabía de lo que le estaba hablando. “No he tenido la oportunidad de ver con detenimiento la información judicial ni los autos judiciales, así que me vas a permitir que sea muy prudente”.
Es lo que tenemos. Una España en donde el desprecio a la Justicia es tan importante que lo realizan una ministra del Gobierno de España y una diputada del partido que sostiene a ese Gobierno.
No podemos caer más bajo…
Juan Manuel Sánchez