El Fantasma de don Agustín reflexiona en torno a una foto del naranja Damián Macías (en la inauguración del Nacimiento del Ayto de la villa) como paradigma de su politica en Pozuelo
¡Este año también han vuelto a “la Casa” por Navidad!
Como ya viene siendo habitual por estas fechas, el Patio Segovia de este antiguo convento se ha llenado de voces. Unas voces alegres que no han dejado de transmitir entusiasmo e ilusión por llevar a cabo una tarea bien hecha.
¡Cuánto echo en falta esa misma motivación en quienes aquí trabajan a diario! Debe ser que el mandar, de la forma que se manda, trae inevitablemente esa consecuencia.
Me emplacé, como otros años, a estar presente en la inauguración del belén. Este año con mayor motivo si cabe. No quería perderme el ver presencias y a certificar ausencias.
Desde el corredor de la primera planta, no era cuestión de acercarme mucho, pude ver al portavoz de Ciudadanos. Es difícil no verle dada su estatura. Me refiero a su estatura física que no a la política, porque eso es otro cantar.
Y mientras le observaba, no sé porque, me vino a la cabeza la imagen del novio al que su prometida deja al pie del altar, renunciando en el último momento, a casarse con él.
¡Cuánto desánimo y decepción se podía percibir en su figura!
No es de extrañar. Había ido almacenando esperanzas en la larga negociación de los presupuestos municipales. Los vientos que soplaban, tanto a nivel nacional como regional, estaban a su favor. Era, sin duda, el novio ideal para un matrimonio de conveniencia. El novio ideal para que el resultado final de esa negociación tuviese un aire de modernidad, de derecha centrada y no casposa.
Sería, eso esperaba, un espaldarazo a su liderazgo en el grupo municipal. A fin de cuentas, había llegado a nuestra villa como un paracaidista, como un candidato “cunero”. Uno más de esos a quienes los partidos, de forma incomprensible para los vecinos, mandan a un lugar con el que carecen de vinculación alguna. Pese a ello, se sentía con ánimos, las perspectivas electorales, que manejaba su formación, le hacían pensar que sus resultados iban a ser algo más que buenos.
Lamentablemente, al final no fue así, y tuvo que conformarse con estar en la oposición. A ser portavoz de uno de los cuatro grupos de la oposición, lo que obligaba a buscar un hueco, a intentar tener un proyecto distinto y diferenciado de los otros grupos, a mantener un discurso propio y original.
Los meses transcurridos demuestran que todavía no lo ha encontrado y nada, nada realmente interesante, ha conseguido aportar en el tiempo que llevamos de mandato. Durante este tiempo se ha dejado llevar por las indicaciones de sus superiores en el partido sin centrarse en los problemas reales del municipio, sin abanderar ninguna de las reivindicaciones cívicas y, por tanto, llegando a ser políticamente irrelevantes para la política municipal.
La oportunidad, su oportunidad, la oportunidad de su grupo era la negociación de los presupuestos. No podía dejar pasar la ocasión. Debía hacerse el socio necesario.
Pero enfrente tenía a negociadores que le han mantenido entretenido. Negociadores con el colmillo retorcido cuyo único objetivo real era seguir siendo y haciendo más de lo mismo. Y para ese viaje contaban con otras alforjas.
¡Ojalá despierte pronto, y él y su grupo empiecen a aprender de sus propios errores!
Don Agustín “el Fantasma del Torreón”