El Fantasma de don Agustín reflexiona sobre el carnaval que se vive todo el año en el Ayto. de Pozuelo, en donde nada es lo que los jefes tratan de aparentar en las llamadas Redes Sociales
Ya sé que, para vuesas mercedes, el miércoles dieron por finalizados los carnavales y comenzó ese triste tiempo de la cuaresma. Pero aquí, en “la Casa” eso del calendario no cuenta y es, como si pareciera, que todo el año fueren unas permanentes carnestolendas.
Porque aquí todo quisque anda disfrazado y además con máscara. Y así, nada ni nadie es lo que aparenta ser.
En mi vida real, cuando querías ver una representación, acudías a uno de lo que entonces llamábamos corrales de comedias. Sabías que lo que acontecía en el escenario era una representación, que no era real. Y resultaba divertido.
Pero aquí y ahora no hace falta desplazarse porque, a fuer de ser sincero, todo esto no me parece sino una obra teatral. La puesta en escena, no ya de un gran auto sacramental como los de mí estimado Calderón, sino de una mala comedia de enredo.
Porque como en toda obra de este estilo que se precie, contamos aquí con una dama, especialmente experta en disimulos. Disfrutamos de la presencia de un grupo de petimetres, ansiosos por agradar a la dama y siempre prestos a ser receptores de sus favores políticos.
No carecemos de criados y lacayos, dispuestos a ejercer de forma tortuosa su oficio, con secretos e intrigas Ni tampoco nos faltan los alcahuetes que, con sus alabanzas exageradas e interesadas, tratan de agradar para conseguir su propio beneficio.
Una puesta en escena continua e infinita, en la que no faltan los equívocos, los engaños, las sospechas y hasta las infidelidades. Todos representan su muy bien aprendido papel, pero en realidad nadie se fía de nadie porque, como en toda comedia de enredo, nada termina por ser lo que viene pareciendo.
Pero no importa, todo debe continuar, pero eso sí, sin que nada de todo esto trascienda a quienes están fuera.
¡Debemos evitarlo a toda costa!
En mis tiempos existían aquellos que recitaban por esquinas y plazas las llamadas “coplas de ciego”.
Aunque ahora, en estos tiempos, todo es más sofisticado y, sin duda, más sutil. Ya no se necesita a los copleros, porque existe un nuevo instrumento más ágil y efectivo, las redes sociales, o salgo así, creo que vienen llamándolas, aún cuando no estoy muy seguro de ello.
Hay que contarlo todo en ellas. Pero no la realidad sino lo que se quiere aparentar. Todo lo que se pretende que las gentes se crean.
Hay que contarlo y repetirlo una y mil veces.
¡Hay que crear una imagen!
Hay que conseguir que lo que no es, sea.
Don Agustín “El Fantasma del Torreón”