La inmersión lingüística tanto de Cataluña como del País Vasco es lo mismo que el “beneficio del analfabetismo” que predicaba el nazismo de Hitler: Crear un pueblo obediente y sumiso
Estimado director, le envío estas líneas por si fueran de su interés:
Para afianzar la inmersión lingüística en la vida ordinaria las burguesías que gobiernan en Euskadi y Catalunya están prohibiendo el uso del idioma que en todo el mundo se llama español (menos en España donde se llama castellano) en los centros y documentos oficiales.
Ese despotismo lingüistico llega a imponerse hasta en los servicios públicos de carácter privado tales como los transportes de viajeros. Último ejemplo: “Los trenes de Baleares ya sólo usan el castellano en emergencias”, dice el periódico del día 30 de noviembre.
La inmersión lingüística tiene una base que pretenden sea étnica. Las burguesías vasca y catalana se consideran superiores al resto de los mortales y en forma especial a los españoles. De ahí su afán de superar y separarse de todo lo español, y en forma especial de la lengua.
En 1894, un Sabino Arana que había visto que su paraíso terrenal estaba, según él, degradándose, se dirigía indignado a los vascos:
“Vuestra raza… era la que constituía vuestra Patria Bizkaya; y vosotros, sin pizca de dignidad y sin respeto a vuestros padres, habéis mezclado vuestra sangre con la española o maketa; os habéis hermanado o confundido con la raza más vil y despreciable de Europa. Poseíais una lengua más antigua que cualquiera de las conocidas… y hoy vosotros la despreciáis sin vergüenza y aceptáis en su lugar el idioma de unas gentes groseras y degradadas, el idioma del mismo opresor de vuestra patria”. (Bizkaitarra, 1894)
Y alguien tan aparentemente equilibrado como don José Cambó en una conferencia dada en abril de 1917 en el Teatro Bellas Artes de San Sebastián (once meses antes de ser ministro de Fomento del gobierno de España), después de saludar a «la raza vasca» decía decía muy ufano y convencido:
« […] Los valores universales no existen. Se nos habla de la igualdad de todos los pueblos, de que los hombres de todas las razas son iguales, y yo os digo que si llegara a producirse algún día, entonces se habría consumado la muerte de la Humanidad. […] Pero en lo que los nacionalistas deben concentrar con más ahínco su actividad, es en la conservación, extensión y perfección del idioma (..) Y para vosotros, nacionalistas vascos, este es vuestro problema más grave. Si hubiera desaparecido hace medio siglo el idioma, ni Arana Goiri ni nadie hubiera encontrado los restos de vuestra raza.”
El resultado de esa inmersión lingüística es que los unos y los otros, pero en mayor medida los catalanes, todos entenderán e incluso hablarán el español, pero la gran mayoría de la gente -y sobre todo la de menos recursos económicos- será semianalfabeta en ese idioma.
Ejemplo: Hace años, don Eduardo Serra (Serra el bueno), presidente del patronato del Museo del Prado dijo que esa institución había acogido en prácticas a una joven catalana, licenciada en mil universidades de prestigio, multilingüe y con toda clase de virtudes. Acabado el período de prácticas no se la pudo contratar de forma definitiva porque no escribía correctamente en español y eso, en el más prestigioso museo de España, era inadmisible.
Esa condición, la de ser semianalfabetos en español, la tendrá la inmensa mayoría de gente de medianos o pocos recursos económicos porque serán educados en centros públicos donde el español se ignora. Sin embargo, los hijos de los burgueses se educan y se educarán en colegios donde el español es tan importante o acaso más que el catalán.
Los primeros, por su analfabetismo en español (el segundo idioma no materno más estudiado en todo el mundo) tendrán dificultades para salir a trabajar fuera de Cataluña y, en consecuencia, tendrán que aguantar los usos y abusos que les imponga la burguesía.
Este analfabetismo es la versión actual de los medievales payeses de remensa: para dejar de ser dependientes de los burgueses tendrán que pagar un rescate en forma de estudios en colegios privados que, lógicamente, serán de propiedad burguesa.
Y ello es lo naturalmente adecuado para los intereses de la burguesía y su inclinación filonazi: desprecio del que no sea de los suyos, capacidad del gobierno burgués para reconocer o no los derechos de ciudadanía según lo obediente que seas, sociedad dual falsamente igualitaria y libre…
Todo esto lo explicaba con claridad de mediodía el libro “Historia de las ideas políticas”, de Walter Theimer (Ediciones Ariel, 1960) que me recomendaron en mis años de estudio en la universidad. Transcribo parte de un párrafo:
“…por debajo de ellos [de los del partido nazi] la masa del pueblo, la “colectividad anónima de los eternos sirvientes”; y por último, en la base [de la sociedad], el estrato servil de las gentes de otra raza, de los sometidos. Considera Hitler como una plaga la educación del pueblo, a los sometidos se les debía dejar el “beneficio del analfabetismo””.
La inmersión lingüística tanto de Cataluña como del País Vasco es lo mismo que el “beneficio del analfabetismo” que predicaba el nazismo de Hitler.
En lenguaje de hoy: a los maketos y charnegos que les den.
Lo terrible es que, como les han lavado el cerebro con tanta eficacia, muchos de ellos se han convertido en rufianes y consideran su triste situación como halagüeña y beneficiosa para la inexistente nación vasca o catalana.
¿Hará algo el gobierno del reino de España para liberar de esa semiesclavitud a los eternos sirvientes (al pueblo llano) y al estrato servil de las gentes de otra raza de la que hace no mucho tiempo hablaba, con notable menosprecio, un quintorro desnortado?
Juan D. Pozuelo