La decisión nepótica de la señora Posse, alcaldesa de Móstoles, de colocar a su hermana en el Ayuntamiento solo es una prueba más de la hipocresía galopante de la izquierda española
Cuando los políticos reflexionamos sobre el por qué está la política tan alejada de la realidad social, deberíamos plantearnos que a lo mejor no somos todos. Sólo aquellos que vulneran una y otra vez la finalidad pública por la que han sido elegidos o nombrados. Y lo mismo sólo nos dedicamos a criticarnos los unos a los otros cuando son de partidos políticos diferentes.
No tenemos credibilidad. O al menos eso piensa la gran mayoría.
Llevo años defendiendo que esa lejanía debe estudiarse individualmente y no de forma colectiva. E incluso admitiendo casos en mi propio partido, reconociéndolos, evitándolos y castigándolos.
Y así el Partido Popular lleva muchos años trabajando para no cometer los mismos errores. Es decir, no contar con cargos públicos que les avergüencen. Pero, como he dicho, son actitudes personales. Y no son generales.
Los políticos ni somos todos buenos, ni todos somos malos. De la misma manera que las generalidades por partidos políticos es injusta, las gremiales mucho más.
Soy defensora de la política, como ya sabéis. No porque hoy sea diputada autonómica. Lo defiendo desde siempre, desde aquel 1993 en el que me afilié al PP. Defiendo la política, también, cuando dimití y abandoné mi acta como concejal de Pozuelo en 2011.
Es decir, viviese o no gracias a un sueldo público he defendido siempre la honrosa labor de los políticos. De la inmensa mayoría de políticos. Y seguiré defendiéndola. Sin embargo hay casos que me sonrojan. Y, ahí, exijo igualdad de condiciones para todos y exijo regeneración a aquellos políticos que actúen al margen de las normas éticas en política y a aquellos que actúen con nepotismo y al filo de esa corrupción moral que algunos “periodistas y medios” deciden disculpar si conocen al afectado o se sienten “agraciados” por emolumentos públicos. Que haberlos, “haylos” .
Esta semana hemos conocido una noticia del municipio madrileño y casi vecino a Pozuelo, Móstoles. Una noticia que aleja a los ciudadanos, una vez más, de la política. Y con toda la razón.
La alcaldesa de Móstoles, la socialista Noelia Posse, ha nombrado a su hermana para ocupar un puesto de libre designación. No contenta con esa decisión, ha decidido ascender a su tío en el mismo Ayuntamiento reconociéndole un plus salarial aún no justificado. Cuentan, más a más, que ha decidido “colocar” al hermano de su número 3 en Móstoles en el municipio vecino y también gobernado por el PSOE, Alcorcón, como encargado de la empresa pública municipal.
Casos graves como éste, por desgracia, alejan aún más si cabe al ciudadano del político.
Aunque más inaudito que el mismo caso mostoleño es que Ángel Gabilondo, portavoz del Psoe en la Asamblea de Madrid, el martes se refiriera a este asunto despachándose con un “hay que estudiarlo”. Afirmó que su partido, el PSOE, tiene mecanismos para estudiar estos asuntos y tienen procedimientos para actuar en consecuencia. Y termina, “Soy muy amigo de los procedimientos y del respeto”.
No, amigos. Esto no va de procedimientos ni de respeto. Esto va de principios. De ética política. De formas de hacer política y de cómo los políticos se enfrentan a cargos públicos cuando no están preparados para hacerlo. Hechos que son contemplados con sonrojo por parte de los españoles de bien que trabajamos duro día a día para sacar a sus familias adelante.
No pongo en duda ni la formación ni la “confianza” que la alcaldesa socialista tenga en su hermana y tío. Sin embargo si cuestiono la decisión nepótica de la señora Posse y peor que esta decisión nepótica, la hipocresía galopante de la izquierda de nuestro país.
Si, amigos. Hipocresía galopante. Otra más. La izquierda que viene dando clases de “moral” a todos. Esa izquierda que se alzó con el poder alegando “regeneración”, pero apelando a una sentencia que no era ni es firme. Es decir, vulnerando un principio constitucional básico. El Estado de Derecho.
Esa izquierda que llegó al poder cual marxistas para, una vez en él, utilizar toda la maquinaria pública con fines electorales. Y, ¿por qué no decirlo? También para fines privados. Véase “los traslados del presidente “en funciones” y su coste para todos nosotros”
Esa izquierda que ha sido condenada en infinidad de ocasiones por corrupción y cínicamente señala a un adversario político, como una generalidad. Recordando actitudes populistas que han acabado y limitado libertades en otros países.
Estos socialistas de doble moral, ante casos de nepotismo evidentes como este.
1.- Piden respeto (para los suyos)
2.- Apelan a procedimientos (de democracia interna)
3.- Aducen un “error” (sus cooperadores necesarios)
4.- Y alegan que, a pesar de ser familiares directos, es que son de “plena confianza” (lo del mérito y la capacidad….)
En definitiva. Nos quieren tomar el pelo a todos.
Pues yo digo. Basta.
Basta de actitudes como ésta. Las formaciones políticas son quienes deben exigir responsabilidad y no “respeto”, como aducía el señor Gabilondo. Responsabilidad. Porque, al fin y al cabo, el “nepotismo” es una forma de corrupción más, y una vez descubierto a esos políticos hay que expulsarles.
Sé que queda mucho camino por recorrer para alcanzar la “meritocracia” que algunos defendemos. No obstante, estoy convencida que amparando actuaciones como esta u otras, sean del partido que sean, jamás la alcanzaremos y, cada día más, los madrileños (vivan donde vivan) se sentirán alejados de nosotros. Más, si cabe.
Por eso defiendo y trabajo en el proyecto del Partido Popular. Porque aún reconociendo errores, hemos trabajado para que no se vuelvan a repetir y jamás justificaremos una actitud así en nuestras filas. Yo, no.
Muchas gracias.
Yolanda Estrada